A la hora de disfrutar de alguna bebida alcohólica, todos tienen una predilección: algunos favorecen la cerveza o los cocteles a base de ron o vodka, mientras que otros prefieren sus vasos sin alcohol. También están aquellos que prefieren una copa de vino, ya sea burbujeante o no, en sus diferentes variedades, blanco, rosé o tinto. Si perteneces a este último grupo, te tenemos buenas noticias, pues según un estudio reciente publicado en la revista Obesity Science & Practice revela que los vinos tintos y blancos son mejores opciones que la cerveza o los licores cuando se trata de nuestra salud.

El equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Iowa descubrió que beber cerveza o licores conduce a niveles más altos de grasa visceral, que es el nombre que se le da a la variedad de grasa corporal más perjudicial, y que aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardíacas y otras complicaciones de salud. La grasa visceral es muy diferente de la que se acumula justo debajo de la piel (grasa subcutánea), pues esta envuelve los órganos abdominales y es mucho más difícil de eliminar.

El estudio, realizado con casi 1.900 adultos de entre 40 y 80 años, descubrió que el consumo de vino no provocaba la misma acumulación perjudicial de este tipo de grasa, y de hecho, el vino tinto contribuyó a que los participantes tuvieran menos grasa visceral que sus compañeros. Además de no influir en el crecimiento de la grasa visceral en el cuerpo, los autores del estudio descubrieron que el vino blanco también parece proporcionar un beneficio adicional para la salud, fortaleciendo los huesos. Los bebedores de edad avanzada que consumían vino blanco con moderación tenían una mayor densidad mineral ósea que los que optaban por el vino tinto o la cerveza.

“El envejecimiento suele ir acompañado de un aumento de la grasa problemática que puede conducir a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, así como de una reducción de la densidad mineral ósea. Esto tiene importantes implicaciones para la salud”, explica la autora del estudio, Brittany Larsen. El equipo comenta que si bien existen muchos factores biológicos y ambientales que contribuyen al aumento de peso, el alcohol es una de las principales causas del desarrollo de la grasa visceral, junto con una mala alimentación y un estilo de vida sedentario.

A pesar de los resultados, los investigadores señalan que no está muy claro el panorama total de los beneficios o perjuicios del alcohol en la salud. “Una de las razones de las incoherencias en la literatura podría ser el hecho de que gran parte de las investigaciones anteriores han tratado tradicionalmente el alcohol como una entidad única, en lugar de medir por separado los efectos de la cerveza, la sidra, el vino tinto, el vino blanco, el champán y los licores”, explica Larsen. Mientras que algunos informes han descubierto que incluso beber una sola copa de alcohol reduce el cerebro, otros han descubierto que el vino tinto hace de todo, desde mejorar la salud intestinal hasta reducir el riesgo de diabetes. En próximos estudios, el quipo de Larsen examinará la influencia de distintos tipos de consumo de alcohol en la aparición de enfermedades y el deterioro cognitivo en adultos.

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