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Ninguna celebridad te debe información sobre su sexualidad

Shawn Mendes. Fotografía: Getty
Words mor.bo Reading 4 minutos

En una época en la que los debates sobre la sexualidad son cada vez más abiertos y aceptados, sigue existiendo una tendencia preocupante: la “investigación” de la orientación sexual de las personas, sobre todo de las que son objeto de atención pública. Hace un par de años, Kit Connor, uno de los protagonistas de la serie Heartstopper, tuvo que declararse públicamente como bisexual luego de que los mismos fans del show lo acusaran de hacer queerbaiting al negarse a etiquetar su sexualidad públicamente. “Soy bi. Felicidades por obligar a un joven de 18 años a salir del armario. Creo que algunos de ustedes no han entendido el objetivo del programa. Adiós”, tuiteó Connor en ese momento.

Esta semana, el cantante Khalid debió hacer lo mismo luego de que una supuesta expareja lo expusiera públicamente en redes sociales. Aunque dijo que no se arrepentía de su identidad, reveló que no se estaba escondiendo y que simplemente su sexualidad no era problema de nadie. ¿Por qué tantas personas en Internet insisten en “cazar” a celebridades, observando cada mínimo detalle a ver si encuentran una “pluma” que los delate? ¿Qué demonios importa la sexualidad de las personas cuyo trabajo disfrutamos? Esta práctica es terrible pues viola el principio fundamental de la intimidad personal. Toda persona tiene derecho a explorar y comprender su propia identidad sin presiones ni escrutinios externos. Sí, incluso si son celebridades con mucho dinero.

Kit Connor de "Heartstopper" dice que hubiese preferido declarar su bisexualidad en sus propios términos

Cuando las personas se sienten obligadas a revelar su sexualidad debido a la especulación pública, esto puede provocar ansiedad, estrés y una sensación de violación que puede tener efectos psicológicos duraderos. Otro aspecto de esta conversación es el concepto de queerbaiting, que a menudo se aplica erróneamente en debates sobre personas de la vida real. El término, usado mucho en redes sociales por fans más que desubicados, suele referirse a los creadores películas o series que insinúan relaciones o identidades LGBTQI+ de personajes sin llegar a concretarlas nunca, a menudo para atraer a un público queer al tiempo que mantienen una narrativa heterosexual.

Sin embargo, aplicar este término a personas reales — especialmente famosos— puede ser engañoso y perjudicial. A diferencia de los personajes de ficción, las personas reales recorren complejos viajes personales en relación con su sexualidad. Etiquetar a alguien como queerbaiter simplemente porque no se ha identificado públicamente como LGBTQI+ ignora su autonomía y los matices de sus experiencias vividas. Los famosos, como cualquier otra persona, merecen el derecho a la intimidad en lo que respecta a su vida personal, incluida su orientación sexual. Hace unas semanas vimos cómo Shawn Mendes se sinceraba con su público en un concierto, revelando que “todavía está descubriendo su sexualidad”, tras años de especulaciones sobre su supuesta homosexualidad.

Shawn Mendes dice que todavía está "descubriendo su sexualidad" en uno de sus shows

Es esencial reconocer que los famosos no son propiedad pública; son individuos con sus propias luchas y trayectorias. Sacar a alguien del armario contra su voluntad puede causar daños irreparables, tanto personales como profesionales. La decisión de salir del armario debe recaer siempre en la persona, libre de presiones o expectativas externas. Si no sacarías del armario a un amigo o conocido, ¿Por qué se lo harías a un desconocido? Cuando el público se inmiscuye en este viaje especulando o exigiendo respuestas, puede crear un ambiente hostil que desalienta la autenticidad. Todo el mundo merece el espacio para descubrir quién es en sus propios términos, sin sentirse apresurado o forzado a entrar en una caja definida por otros.

Demandar etiquetas e identidades de personas famosas simplemente porque nos sentimos con el derecho de saber una parte intrínseca de su personalidad es parte de un comportamiento tóxico que lo único que hace es reforzar estereotipos de cómo luce o actúa una persona gay. Además, investigar la orientación sexual de alguien puede tener consecuencias perjudiciales y perpetúa una cultura de intrusión y abuso que se está normalizando gracias a las redes sociales. No caigamos en el pecado de asumir y señalar, formando parte de una turba invisible pero poderosa que piensa que todos le deben detalles de su vida íntima. Nadie, absolutamente nadie te debe información sobre su orientación o identidad sexual.

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