Las parejas lesbianas se divorcian más, y la ciencia intenta entender por qué

Un nuevo estudio publicado en Journal of Marriage and Family revela que las parejas lesbianas que se casan o formalizan su unión en Finlandia tienen un riesgo de divorcio significativamente mayor que las parejas homosexuales masculinas o heterosexuales. Incluso considerando factores como la convivencia previa o la maternidad, las mujeres que forman parejas del mismo sexo son más propensas a separarse, lo que plantea preguntas sobre cómo influyen las normas sociales, las expectativas y la desigualdad estructural en la estabilidad de sus relaciones.
El estudio, titulado Same-Sex and Different-Sex Couples’ Divorce Risks: The Role of Cohabitation and Childbearing, fue realizado por Maria Ponkilainen, Elina Einiö, Mine Kühn y Mikko Myrskylä en la Universidad de Helsinki. A partir de datos administrativos que abarcan más de 5300 parejas del mismo sexo y 450 000 heterosexuales entre 2003 y 2020, los investigadores hallaron que el 41 % de las parejas femeninas se divorció dentro de los primeros diez años, frente al 27 % de las parejas masculinas del mismo sexo y el 22 % de las heterosexuales. Aun ajustando por edad, nivel educativo y nacionalidad, las mujeres seguían siendo el grupo con mayor probabilidad de ruptura.
El equipo examinó tres posibles explicaciones: cuánto tiempo convivieron antes del matrimonio, si tenían hijos de relaciones anteriores y si tuvieron hijos dentro de la unión. Las parejas del mismo sexo que habían vivido juntas por más tiempo tendían a divorciarse menos, pero esta relación no se replicó entre parejas heterosexuales. Tener hijos en común redujo el riesgo de divorcio en todos los casos, aunque el efecto fue más débil en las parejas femeninas. En cambio, tener hijos de relaciones previas aumentó la posibilidad de separación, aunque de forma más leve en las parejas del mismo sexo.
Según Ponkilainen, “los factores conocidos por proteger la estabilidad en uniones heterosexuales no necesariamente operan igual en las uniones del mismo sexo”. La investigadora señaló que variables imposibles de medir en registros —como la calidad emocional, las actitudes ante el compromiso o las experiencias de discriminación— podrían explicar parte del fenómeno. Además, observó que las parejas femeninas tienden a formalizar su relación tras convivencias más cortas, lo que podría influir en su evolución posterior.
Los autores advierten que estos resultados deben leerse dentro del contexto finlandés, un país con leyes familiares igualitarias y alta aceptación de la diversidad. Sin embargo, incluso allí, las parejas del mismo sexo enfrentan dinámicas únicas que van más allá del marco legal. El estudio recuerda que la igualdad jurídica no siempre garantiza igualdad relacional: factores sociales, culturales y de género siguen modelando cómo se forman y sostienen las relaciones. La investigación abre la puerta a un debate urgente sobre qué apoyos institucionales y comunitarios necesitan las parejas lesbianas para construir vínculos más estables y libres de prejuicios.
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