En una primicia mundial, la ciudad holandesa de Haarlem tiene previsto prohibir la publicidad de productos cárnicos en sus calles, según confirmó a medios locales el concejal de GroenLinks, Ziggy Klazes. Por lo que se sabe, Haarlem es el primer municipio del mundo que toma esta medida. “Producir carne no ecológica es muy perjudicial para el clima”, dijo Klazes. “Nos lo tomamos muy en serio”. Según él, los gobiernos no pueden seguir diciendo a la gente que nos enfrentamos a una crisis climática y, al mismo tiempo, animarles a comprar productos que contribuyen al problema.

“Queremos hacer lo que está en nuestra mano a nivel local y no queremos tentar a la gente a tomar decisiones que son malas para el medio ambiente”, dijo el concejal. “Creemos que un kilo de carne de cerdo por unos pocos euros ya no es aceptable en este momento. Es una carga demasiado pesada para el medio ambiente”.

El ayuntamiento de Haarlem aprobó la prohibición la semana pasada. Debido a los contratos de publicidad que aún están en vigor, los efectos de la prohibición solo serán visibles en las calles de Haarlem a partir de 2024. A partir de entonces, no habrá productos con carne en las paradas de autobús de la ciudad ni en las pantallas de los espacios públicos.

Como se imaginan, la reacción de la industria cárnica no se hizo esperar. “Las autoridades están yendo demasiado lejos al decir a la gente lo que es mejor para ellos”, dijo un portavoz de la Organización Central del Sector Cárnico. El partido derechista BVNL calificó la medida de “violación inaceptable de la libertad de empresa” y dijo que “sería fatal para los criadores de cerdos”. “Prohibir los anuncios por motivos políticos es casi dictatorial”, dijo el concejal del BVNL de Haarlem, Joey Rademaker.

Alrededor del 95% de los holandeses comen carne, pero más de la mitad no lo hacen a diario, según las estadísticas holandesas. Ciudades como Ámsterdam, La Haya y Leiden ya han prohibido los “anuncios fósiles” de productos y servicios que contribuyen en gran medida a las emisiones de gases de efecto invernadero, como el transporte aéreo y los coches de gasolina o diésel. Sin embargo, no han llegado a prohibir los anuncios de carne.

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