Sueños lúcidos: Fantasías oníricas que superan la realidad virtual

Sentí que mi cuerpo vibraba, eran pequeños corrientazos que circulaban desde mi cabeza hacia mis pies, como intentando tejer una figura ovalada. Sonaba una canción mezclada con interferencias que parecían salir de una radio vieja. Me reconocí cuestionando de dónde provenía porque no había dejado nada encendido antes de acostarme. La música se escuchaba muy cerca, tan cerca que advertí que el sonido provenía de mi propia cabeza “¡Estoy soñando!” me dije, y de inmediato el susto me hizo despertar de un sobresalto.
Me quedé acostada, inmóvil y un tanto aturdida. Mientras dormía, por unos segundos me había percatado de que estaba soñando. Fue raro. Luego entendería que había rozado el umbral de un sueño lúcido. Apenas la punta del iceberg, pero suficiente para despertar mi curiosidad.

Fotografía: Amazon Studios
A diferencia de un sueño común, en uno lúcido el soñador toma conciencia de que está soñando. Este logra un estado de conciencia similar al de la vigilia y al darse cuenta puede manipular sus acciones, los personajes, la narrativa y el ambiente dentro del sueño. Imagina que estás en un videojuego y vas moviendo el joystick a tu antojo. Similar a eso es la experiencia de un onironauta, como se llama a estos soñadores. Una noche vuelan hacia lugares recónditos, otra tienen una conversación estimulante con Dalí, y la siguiente, tienen sexo con la celebridad del momento. ¡Todo eso mientras duermen!
“En uno de mis primeros sueños lúcidos andaba con un amigo, íbamos en nuestras motos hacia la cima de una montaña. Cuando llegamos al tope me dijo ‘sabes que esto es un sueño, ¿verdad?’ Y él, sin pensarlo, saltó desde el borde del precipicio. Mi corazón comenzó a latir como loco. Miré hacia todos lados y no lo vi. Entonces pensé… ‘Sí, esto es un sueño’, estaba muy consciente de ello. Me tomó un tiempo tomar el coraje para saltar y cuando lo hice fue impresionante. Volé a través de todo tipo de paisajes. Sentí una intensa sensación de libertad.”
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Esto me responde Andy en un foro mientras conversamos sobre las sensaciones que provocan estos sueños. “Es una sensación muy vívida, pero nebulosa. Como ser espectador de una película y a la vez asumir el rol de director” replica Joy.
Desde los Upanishads hindúes, por siglos, se han deshilvanado los misterios de este fenómeno poco comprendido que ha capturado la atención de la población por fuera del campo científico porque diversos estudios han demostrado que, si bien para algunos ocurre como un evento espontáneo, con un entrenamiento adecuado es posible aprender a tener este tipo de sueños.
“En potencia todas las personas tienen la capacidad para tener sueños lúcidos. Claro, hay que estar dispuestos a realizar el trabajo que supone desarrollar estas destrezas” me comenta Jorge Martínez, onironauta por más de 20 años y fundador de la Escuela de Sueños Lúcidos de Petrer, en Alicante, España. Continúa diciendo que las estadísticas hablan de que casi un 30% de las personas ha tenido al menos un sueño lúcido en su vida, con mayor probabilidad de que haya ocurrido en la infancia. También afirma que en muchos casos el proceso de aprendizaje conlleva trabajar creencias o trabas morales que impiden la entrega total a la experiencia.

Fotografía: Warner Bros.
¿Por qué querría alguien aprender a tenerlos? Le pregunto indagando sobre posibles beneficios. “¿Cómo te sentirías si supieras que puedes salir a la calle y empezar a volar en la dirección que quieras? Y ahora piensa ¿cómo repercutirían esa libertad y esa felicidad en lo que tu llamas tu vida (de vigilia)?”, me bombardea con estas preguntas. Y es que un sueño lúcido puede ser utilizado como una especie de simulador, convirtiéndose en una herramienta práctica. Debido a que nada puede dañarnos en los sueños, podemos arriesgarnos a resolver situaciones de una manera inusual o desconocida, lo que deriva en una mayor comprensión de nosotros mismos y de nuestra relación con el entorno.
El libro Explorando el mundo de los sueños lúcidos de Stephen LaBerge es una buena referencia de partida si como yo sientes motivación por llegar a esta vivencia onírica sin sustos de por medio. En él, este psicofisiólogo norteamericano, pionero en la investigación sobre dichos sueños, aporta una guía de acciones necesarias para llegar a tenerlos y saber cómo aprovecharlos. Allí sugiere que uno de los primeros pasos a incorporar a la práctica es mantener un diario de sueños, lo que también afianzará nuestra habilidad para recordarlos.
“Aunque hablar de beneficios para la vida implica un uso orientado a la vigilia como si esta fuera la más importante de las experiencias de las personas, digamos que muchos onironautas tenemos la percepción contraria”.
Ahora Jorge me ha dejado pensando si mi día a día es, en realidad, lo más importante de mi día a día.
John, quien desde hace 10 años es onironauta, me cuenta que a menudo se entretiene con los pequeños detalles. “Me llama la atención lo realista que se ven las cosas más simples, como explorar una hoja entre mis manos, observar las arrugas en la cara de alguien, o quedar fascinado con la precisión de las costuras de una ropa. He volado, he luchado contra vampiros y todo eso, pero los mejores sentimientos que he tenido en mis sueños lúcidos surgen cuando hago un hiper análisis de ese mundo y pienso en la posibilidad de que mi vida de vigilia sea… otro sueño”.
Varios coinciden en que las palabras se quedan muy cortas para describir el realismo de lo que experimentan. El psicólogo británico Keith Hearne cree que podría llegar a ser la TV del siglo XXI. “Es asombroso que tengamos este sistema de realidad virtual incorporado” comenta Hearne en una entrevista para Motherboard. “Y es mucho más que eso, porque viene con sensaciones que le hacen superior a cualquier sistema generado por computadora”.
Desde lo más extraño hasta lo más sublime, no hay dudas de que nuestro subconsciente nos adentra a un vasto espacio onírico por explorar. Y qué mejor manera que poder hacerlo en nuestros propios términos.
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