
Sudor, caos, pop queer y política en la pista del primer día de Primavera Sound 2025
Entrar este año al Primavera Sound no es simplemente cruzar un control de acceso, sino atravesar un túnel de 15 metros donde se recrea sonoramente la caída de bombas sobre Gaza, que te llena de ansiedad y te hace vivir un momento de gran intensidad. Se trata de Unsilence Gaza, una instalación inmersiva que replica la experiencia sonora de los bombardeos en la Franja. Impulsada por Casa Nostra, Casa Vostra, NOVACT y la Fundació Primavera Sound, esta obra no busca entretener ni embellecer el horror: busca incomodar. Y lo logra. Porque en esta edición, el festival no se limita a ponerle voz a las emociones: también se la da al dolor ajeno.

Con esa atmósfera como marco, la primera jornada arrancó con una intensidad que ya pone la vara alta para el resto del fin de semana. En un día donde las emociones, el sudor y la reivindicación se fundieron en un mismo beat, el Parc del Fòrum se convirtió en un espacio donde bailar también fue un acto político.
Beabadoobee templó los ánimos a media tarde con un set que se sintió íntimo, como una entrada sin avisar en su diario personal. Temas como California y Real Man, de This Is How Tomorrow Moves, nos recordaron que todavía hay belleza en las cosas frágiles. Su sonido, cargado de una nostalgia suave, logró conectar incluso con quienes no la conocían, generando un silencio casi reverencial entre el público. The Perfect Pair y Apple Cider confirmaron que lo delicado también puede ser poderoso. Muchos se quejaron de la ausencia del tema Coffee en su repertorio.




Poco después, IDLES incendió el escenario con una descarga de caos punk visceral que fue más ritual colectivo que concierto. Joe Talbot apareció con una camiseta negra con letras blancas que leía “Nunca caminarás solo”, en claro apoyo a Gaza. No hubo largos discursos, pero no hicieron falta. El público respondió con fuerza, coreando “¡Viva Palestina!” como si la rabia, la música y la solidaridad fueran parte del mismo acorde. Fue uno de esos momentos donde el sudor, la política y el volumen se funden en algo imposible de fingir.




FKA twigs, por su parte, se consolidó en el Primavera Sound como una de las artistas más impactantes y vanguardistas para ver en vivo. Con una voz poderosa, coreografías exigentes y perfectamente ejecutadas, ofreció una experiencia escénica completa: pole dance, vestuario provocador, una marcada carga de sensualidad y una sincronización milimétrica con cada elemento del escenario y sus bailarines.




La británica interpretó con una intensidad arrebatadora temas como Cellophane y Two Weeks, que se convirtieron en momentos casi hipnóticos. El público, atónito, apenas podía dar crédito a lo que presenciaba —y no es una exageración, porque también hubo pelucas y cambios de looks en vivo en pleno escenario. Transiciones perfectas.




El concierto de Denzel Curry tuvo en su contra coincidir con el show Brat de Charli XCX y Troye Sivan, pero quienes decidieron acompañarlo disfrutaron de un show lleno de energía y control, con un sonido potente que impresionó en momentos oscuros y distorsionados, repasando la evolución de su rap a través de temas como ANOTHA LATE NIGHT, GOT ME GEEKED o ULT, con actitud, sintetizadores innovadores y mucha fuerza, manteniendo un equilibrio entre lo clásico y lo futurista, consolidando su estatus como un artista de alto nivel.




La noche tomó otro rumbo con la aparición de los reyes del pop queer: Charli XCX y Troye Sivan. Ella, reina absoluta del post-hyperpop gracias al impacto expansivo de Brat. Él, cumpliendo 30 años como buen geminiano, carismático y suave, pero con el descaro que el momento exige.




En su gira conjunta Sweat, ofrecieron una secuencia intercalada de shows que fue una montaña rusa emocional y sensorial: nos subían, nos bajaban, y nos dejaban flotando en una nube perfumada de poppers. El balance ideal que te permitía subir y por otro lado bajar. Troye inició con Got Me Started, acompañado de visuales sexys y una actitud provocadora. Poco después, Charli tomó el escenario con Von Dutch y una puesta en escena cruda, con cámara al hombro y energía desbordada.




La química entre ambos se intensificó cuando compartieron Talk Talk y 1999, que encendieron al Fòrum en una comunión queer sin inhibiciones. Para sorpresa y deleite colectivo, Chappell Roan apareció bailando Apple por sorpresa en vivo durante el set de Charli, como un cameo espontáneo que se sintió entre íntimo y eufórico.
La presentación de Jamie xx en solitario demostró una vez más su maestría como productor electrónico, destacando temas icónicos de su discografía como In Colour y Gosh. Su set combinó sonidos expansivos con momentos nostálgicos, incluyendo un guiño especial al conectar Loud Places con Ritmo de la noche de Mystic. Aunque su estilo minimalista contrasta con el carisma vocal de sus compañeros en The xx, la propuesta mantuvo su esencia característica: electrónica sofisticada y atmosférica diseñada para el baile.


Esta primera noche dejó claro que si el nivel se mantiene, esta edición puede ser mucho más que buena música: puede convertirse en un manifiesto generacional. Uno donde ser uno mismo, gritar por justicia y perrear hasta el amanecer no son actos separados.
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