Navegando en las redes sociales, en los últimos días hemos visto que se ha compartido mucho una imagen sacada del libro The Strength That Stays del escritor Morgan Richard Olivier, publicado el año pasado y que es esencialmente una colección de “palabras de sabiduría, fortaleza y autoconocimiento a medida que ahonda en el profundo vínculo entre el dolor y el propósito y guía a los lectores en su viaje de autodescubrimiento, sanación y empoderamiento”.

Aunque no conozcas al escritor o no seas una persona que lee este tipo de libros, la cita que se ha popularizado es poderosa y hermosa, y dice así: “Sé una persona segura. Sé alguien en quien se pueda confiar para recibir las vulnerabilidades, luchas y miedos de otra persona, y al mismo tiempo ofrecerle sabiduría, protección y confidencialidad a cambio. Sé alguien cuya energía y presencia traigan serenidad y alegría a una habitación, haciendo que quienes te rodean se sientan seguros. Sé una persona cuyas palabras hablen vida y cuyo abrazo pueda hacer que incluso un extraño se sienta visto, escuchado y amado”.

No hay manera de no identificarse con este sentimiento. Pero, como suele suceder, es algo más fácil de decir que de hacer. ¿Cómo nos convertimos en este tipo de personas? No es muy complicado. Solo hay que practicar la atención plena de una manera extendida en nuestras relaciones: prestar atención a nuestro tono de voz, a la manera en la que decimos las cosas, pero sobre todo, si somos una de esas personas que juzga todo el tiempo. Ser alguien dispuesto a escuchar sin juzgar es una de las cosas más importantes para ser considerado alguien seguro, pero también lo es tener el corazón abierto de manera sincera.

¿A qué nos referimos? Pues si alguien cercano a ti quiere contarte un problema, no pienses en lo mucho que tienes que hacer, el tiempo que vas a perder en esa conversación, o simular prestar atención simplemente para hacer que tu amigo se sienta bien. Va a saber inmediatamente que le escuchas porque no tienes otra salida. Debes entregarte por completo a ser alguien dispuesto a ayudar y escuchar de corazón, dando consejos desde la experiencia en vez de simplemente decir “lo siento”.

Nunca comentes con otros la información que un tercero te ha confiado en un momento de vulnerabilidad, pues esto podría resquebrajar una relación de confianza para siempre, y sobre todo, trata a los demás desde el amor. Puede que no todos puedan devolvértelo de la misma forma, pero una de las formas de ser una persona segura es no esperar nada a cambio por ello. Sé amable respetando tus límites personales y recuerda que todos merecemos ser escuchados y queridos.

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