Rostros del arrepentimiento en la World Première de Hopelessness de Anohni


Fotografía por Dano Mozó
En pleno upper east side, el barrio más exclusivo de Manhattan, se llevó a cabo la world première del recién lanzado disco de Anohni: Hopelessness. Qué mejor lugar que el Park Avenue Armory para promover el discurso sobre el ecocidio que hay tras las letras de sus canciones, en uno de los ex arsenales de la ciudad más poderosa del hemisferio occidental.
La heterogénea multitud, diversa en edades y estilos, hacía fila sobre esta principal calle de la ciudad de Nueva York ante los ojos curiosos de los transeúntes que desconocían la expectación que generaba uno de los lanzamientos más esperados del año. Luego de una procesión de entrada, primero por un majestuoso y muy bien conservado hall de acceso, pasamos al galpón principal, separado por una cortina que dividía por un lado la barra, y por otro el espacio central donde nos esperaba un oblicuo escenario con una gran pantalla, ambientado por unos rugientes y lúgubres sonidos.
Con unos elegantes quince minutos de retraso, el espectáculo partió con una imagen desaturada de Naomi Campbell bailando lentamente en descoordinación a estos sonidos de sutil progresión, con el mismo aspecto con el que aparece en el clip Drone Bomb Me, una humana imperfección, axilas a medio depilar, un rosario en el cuello y una corona puntiaguda que nos recuerda la estatua de la libertad. Tras veinte minutos de este baile con ligeras variaciones del compás, la concurrencia aplaudía para demostrar su ansiedad ante lo que se venía. De repente la pantalla se va a negro para que aparezca sobre un fondo blanco la cara ensangrentada de la performer Johanna Constantine y bajo ella, Anohni tapada por completo con un manto blanco y una gasa negra en la cara, cantando la canción de obertura Hopelessness. Una imagen fantasmagórica y suave que se mantuvo vigente durante toda la presentación que nos recordaba alguna espiritualidad oriental, acompañada a cada lado del escenario de Oneohtrix Point Never y el colaborador de Björk, Christopher Elms, en los computadores.

Fotografía por Dano Mozó
Continuó con It’s Only Four Degrees, el primer single de este álbum, modulado en la pantalla por la artista contemporánea iraní Shirin Neshat, reconocida por presentar la condición de la mujer en la sociedad actual, y poco a poco fue intercambiando las imágenes de fondo por distintas mujeres que han llevado este discurso crítico, entre las que se encuentran la artista Pam Sneed, la performer Leslie Cuyjet, las actrices Vanessa Aspillaga y Mahira Kakkar y la doctora transgénero japonesa en Matemáticas y Ciencias Julia Yasuda, quien ya había colaborado con Antony and the Johnsons, cuando antes del recital que dieron en el Radio City Music Hall en el 2012 se refirió al cambio y la muerte de la naturaleza, bajo la misma premisa que hoy nos convoca. Todas estas caras mezcladas al ritmo de Watch Me, luego Paradise donde crean una coreografía virtual de sencillos movimientos unidireccionales, y Execution, cuando por primera vez Anohni se acerca al público para tener un poco más de interacción hablando del american dream que no tiene piedad.
La concurrencia se empieza a prender mientras canta Ricochet, acá nuestra intérprete ya deambulaba por el escenario y luego se instala en el piso para cantar I Don’t Love You Anymore, aún cubierta, donde se siente el orgullo con el que lleva su femineidad, hasta que llegó el momento de la esperada Obama, donde desde un rincón del escenario nos transmitía la canción más explícita en cuanto al cuestionamiento de la política actual, seguida de una corta Violent Men.

Fotografía por Dano Mozó
Acompañada en la pantalla de la actriz, performer, punk, Kembra Pfahler, entonaron How Did You Separate Me From the Earth?, volcando el espectáculo hacia la reflexión sobre el triste futuro: I don’t want your future / I’ll be born before you’re born. Con esta canción se dio paso a la no antes oída Jesus Will Kill You con la cara invertida de Storm Lever llorando mientras nos preguntaba what is your dream / and when will it end? y luego, a mi parecer, el clímax en cuanto a emoción con Crisis, donde Anohni nos estremeció con sus arrepentidos gritos de please I’m sorry, que se reflejaban en los húmedos ojos de los silenciosos asistentes.
Lorraine O’Grady, la artista visual que reconoce haber vivido su vida desde el borde, “en una dialécticamente privilegiada posición” (Raven, Langer, Frueh, 1988), fue el rostro que acompañó a Anohni en Indian Girls, otra composición no antes oída donde viene el mensaje ícono de este evento Don’t shy away!, que lo utilizó incluso como contraportada del programa impreso en formato vinilo.
Luego de Marrow, aparece por primera vez su cara en la pantalla. En unos tonos azules nos cuenta que tuvo un sueño mientras una hermosa imagen de este ser fantasmal generaba una tensión en el escenario que nos habla sobre la identidad y la proyección de esta. Con esto daba paso al último hit Drone Bomb Me donde vuelve a aparecer Naomi Campbell mezclada con la actriz Ching Valdes-Aran en la última composición que íbamos a oír de este oscuro concierto.

Fotografía por Dano Mozó
Sin embargo, el cierre no podía ser de otra forma que no sea con un mensaje explícito entregado por Nola Ngalangka Taylor, representante del centro de arte aborigen Martumili en el Noroeste de Australia, quien nos invita a pensar y preguntarnos sobre qué es lo que pasa día a día en el mundo, qué es lo que queremos y cómo lo hemos cambiado. De esta forma se da fin a un esperado primer concierto de la nueva identidad de Anohni, completamente contingente con el actuar del mundo contemporáneo, y en una producción que habla desde el arrepentimiento, pero al mismo tiempo con una escasa empatía: nunca descubrió su cara, no pronunció más palabras que sólo las canciones.
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