Snail Mail
Valentine

La músico estadounidense Lindsey Jordan, mejor conocida por todos como Snail Mail, tenía solo 18 años cuando lanzó su primer disco de larga duración en 2018, titulado Lush. Muy influenciado por el sonido indie de los 90, desde Elliott Smith a Liz Phair, pasando por Avril Lavigne, los diez temas de aquel debut mostraban a una joven cantautora de gran talento capaz de envolver sus preguntas sobre el amor, la amistad y la adicción en melodías sencillas y pegadizas, como si todo le resultara fácil. El álbum fue aclamado por la crítica y desde entonces, es una de las darlings del género.
Pero a diferencia de otros artistas y grupos que capitalizan el éxito inesperado de su primer álbum, la situación de Snail Mail resultó ser todo lo contrario. De hecho, desde su explosivo álbum de debut, esta joven ha emprendido un viaje: tuvo una estancia de 45 días en una clínica de rehabilitación en Arizona cuando, separada de sus instrumentos, comenzó a escribir (literalmente) arreglos puramente imaginarios. Estas ideas se convirtieron en Valentine, un segundo álbum enérgico y excéntrico, y la prueba de una artista que decidió tomarse su tiempo, así que después de tres años de silencio, Valentine demuestra que todas las cosas buenas llegan a los que esperan.
Valentine fue producido por Brad Cook, y en él, Jordan revisa su corto viaje desde una dolorosa ruptura hasta esa rehabilitación de la forma más hermosa. Abriendo con la canción que da título al disco, la oriunda de Baltimore, que ahora tiene 22 años, combina acordes sintéticos suaves, casi de ciencia ficción, con explosiones grunge en el coro a medida que su interpretación va creciendo (So why’d you wanna erase me, darling Valentine). A continuación, canta sobre las complejidades del amor moderno en todas sus formas en letras más introspectivas y vulnerables como en Ben Franklin, respaldada por los coros de Katie Crutchfield, aka Waxahatchee, en la que también lucha contra sus demonios internos (Moved on, but nothing feels true / Sometimes I hate her just for not being you / Post-rehab, I’ve been feeling so small / I miss your attention, I wish I could call, canta antes de lanzarse a la frase Got money, I don’t care about sex) y Headlock, donde se da cuenta de que la falta de amor puede llevar a la autodestrucción (Drinkin’ just to taste her mouth, got you drifting in and out, canta en el coro).
Valentine es una oportunidad para que Snail Mail se aleje de los estándares de indie rock que estableció en su anterior álbum, Lush, sin abandonarlos por completo. Esto es evidente en temas más atrevidos como la ensoñadora Forever (Sailing), que recuerda a la época dorada del trip-hop, o baladas íntimas e introspectivas como la acústica c. et al., donde se da cuenta de que este estilo de vida no siempre le conviene (Even with a job that keeps me movin’ / Most days I just wanna lie down, canta) y Light Blue. Por supuesto, el espectro de Lush no ha desaparecido del todo con Glory, que revive momentos que recuerdan a Pristine, pero es una nueva Lindsey Jordan la que se nos presenta en este disco, especialmente en la sorprendentemente sensual Madonna, y en Automaton, que suena deliciosamente distorsionada.
Ampliando su paleta sonora y ralentizando un poco el tempo, Snail Mail demuestra que no es una sensación de un solo disco: no cae en la trampa contraria al volver a la estética lo-fi de su primer EP; por el contrario, Valentine saca su fuerza de la riqueza de sus texturas, sin perder un ápice de poder emocional. Donde Lush se sentía ansioso, Valentine encuentra una nueva serenidad; Jordan se aleja de sus emociones y mira más profundamente sus experiencias. Abriendo las puertas de su frágil intimidad, Jordan parece recomponer las piezas de su psiquis con una escritura tan fina como siempre mientras amplía su espectro musical, que promete que su talento apenas está comenzando a madurar.
Escucha Valentine en su totalidad a continuación.
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