Poppy
Flux

Poppy lleva mucho tiempo siendo una especie de psíquica del zeitgeist pop: comenzó su carrera como una mítica y bizarra YouTuber a mediados de la década pasada siendo más robot que humana, y sus inquietantes vídeos de esa época era tan creepy como hipnóticos, todo con la ayuda de su partner creativo Titanic Sinclair, con quien tuvo una relación simbiótica que eventualmente se rompió, y llevó a Moira Rose Pereira a abrazar su lado más experimental: terminó adoptando los sonidos del nu-metal a finales de los años 10, presagiando de alguna manera el comeback del pop punk, mejor conocido como el Renacimiento de Travis Barker como invitado en todos los álbumes de los últimos dos años. Así, el cabello rubio de Barbie le dio paso a un negro intenso y el aterrizaje de I Disagree, del año pasado, que aún sigue sonando como la banda sonora de un año interminable de malas noticias.
A finales del mes pasado, Poppy dejó caer su cuarta producción discográfica, Flux, con un enfoque afilado y una composición aún más aguda en donde demuestra una vez más que es una camaleona musical: en el álbum sigue abrazando su amor por el hard rock, el punk y el heavy metal, pero continúa salpicando todo con sonidos dream pop, y hasta de shoegaze. Sobre el papel suena como un caos, pero sorprendentemente, es exactamente eso lo que hace que funcione. Poppy ha dicho en entrevistas sobre Flux que su proceso se centró más en la composición que sus esfuerzos anteriores; ella y sus compañeros de banda grabaron sus nueve canciones con la ayuda del productor Justin Meldal-Johnsen, cuyos créditos recientes incluyen el excelente álbum de Paramore de 2017, After Laughter, y el recién publicado Infinite Granite de Deafheaven. Para Flux, Meldal-Johnsen colocó las grandes emociones bajo un foco que es casi incómodamente brillante a veces, mientras que las estructuras de canciones más directas de Poppy le permitieron hacerla brillar como una estrella del pop en sus propios términos.
Flux, como su nombre lo dice, es un flujo constante de energía cambiante, un impulso que lleva a Poppy convertirse en una pequeña diablilla en una producción de alto voltaje que vive entre protones, electrones y notas, sin comprometerse a un paisaje sonoro único, aunque su caos residual hace que necesite soltar un grito de vez en cuando. Aún así, Flux no es un disco tan directo de metal como el EP EAT de hace tres meses: es más bien una producción más madura y calmada que tiene el rock alternativo como columna vertebral. La guitarra de On the Level nos recuerda a Alanis Morissette, mientras que los ecos discordantes de Hysteria parecen un homenaje a Pavement, y So Mean tiene una dosis de delicioso veneno como el Garbage de antaño. Todas estas referencias son bastante entretenidas, aunque a veces extrañamos los glitches más futuristas de producciones anteriores.
La tendencia continúa en temas como Her, que suena como si hubiéramos sido transportados a la época en la que bandas lideradas por mujeres como No Doubt o Hole reinaban; sin embargo, la inclusión de gritos en el fondo del coro sirve como un recordatorio actualizado de que los 90 fueron hace 30 años y ya estamos viejos. Las revoluciones aumentan en Bloom, pero la voz de Poppy sigue siendo lenta, suave y dulce. El principal punto de atención de esta canción es sin duda la batería de fondo, que resultara difícil de ignorar, hasta que el infame cambio de dirección de Poppy entra en acción: cuando piensas que la canción terminó y que comenzó la siguiente, te sorprende. No se nota tanto como su éxito pop-metal X, pero es definitivamente más agradable cuando se escucha Flux de principio a fin.
Si bien puede ser que hoy en día no se genere el hype del que Poppy disfrutaba la década pasada, no hay que negarle el hecho de que escuchar cada uno de sus discos es una aventura sonora y un experimento en el que la escuchamos evolucionar constantemente, como si siempre estuviera dos pasos más adelante de lo que suena en las playlists, en los más sonados de YouTube, en las redes sociales o incluso en la radio. Poppy es una artista que busca sorprender y hacernos vivir algo diferente con cada uno de sus discos, y esta no es la excepción, pues como decíamos al principio, parece ser un oráculo del mood del futuro de la música. Con Flux, Poppy parece finalmente haberse ganado su lugar entre los grandes de la escena alternativa actual.
Escucha Flux en su totalidad a continuación.
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