Nathy Peluso
GRASA
Hace cuatro años y en plena pandemia, la argentina Nathy Peluso llegó para quedarse. Con su álbum debut, Calambre, nos trajo una mezcla hipnotizante de música folclórica latina con elementos de rap, R&B, soul y funk, todo enmarcado con un flow diabólico que lo que hacía era tomarte la cara con ambas manos antes de darte un beso lleno de veneno y fuego. Un año después, el disco le valió un Grammy Latino al mejor álbum de música alternativa, y esa mezcla de géneros la llevó a colaborar con gente como Christina Aguilera, Becky G, Karol G y por supuesto, su compatriota Bizarrap. Parece mentira que hace unos años estaba enfocada en sus estudios de Pedagogía en artes visuales y danza, pero lo cierto es que siempre quiso estar cerca del arte… aunque cantar era solamente un hobby. Sin embargo, durante su adolescencia comenzó explorar su talento, escribiendo poesía callejera y barras de rap como parte del naciente movimiento hip-hop en España: incluso se llevaba a su hermana menor, Sofía Gabanna (otra talentosa artista por mérito propio) a las peleas de gallos que terminaron influenciándolas y convirtiéndolas en dos de las referentes femeninas del hip-hop en español más sonadas de hoy en día.
Nathy terminó abriendo un canal de YouTube para compartir sus canciones, y en el 2017 tuvo gran éxito con su track Esmeralda, que le trajo una oleada de seguidores. Luego lanzó el tema Corashe, y no exageramos cuando decimos que el resto es historia: el EP La sandunguera le abrió las puertas de una audiencia más amplia, y para el 2019, ya se había presentado en festivales como el Sónar y el Primavera Sound, así que firma un contrato con Sony y al año siguiente deja caer su debut Calambre, que la lanza a la estratósfera. Sin embargo, le pasa algo curioso: quiere hacer otro disco inmediatamente, porque siente que su primera producción no salió exactamente como quería. Así que empieza a grabar con toda la presión que conlleva un segundo álbum, hasta que escucha un consejo de Fito Páez: “Fito es un gran amigo mío y me apoya mucho. Solo me dijo que escuchara y prestara atención a lo que quería hacer. Cuando una persona a la que siempre has querido y admirado da su bendición a lo que estabas pensando, eso es una reafirmación”.
Así que Nathy se deshace de lo que había hecho hasta ese momento y de las cenizas nace GRASA, su segundo disco. Inspirada por la expresión argentina que define a algo o alguien vulgar o de mal gusto, nos trae una producción de 16 canciones y un poco más de 42 minutos, cuya inspiración nace de películas como The Godfather y Scarface, de esos años 70 un poco sucios y violentos de la ciudad de Nueva York durante la era dorada de la FANIA, pero teniendo los pies firmemente en el año 2024, con referencias directas como Kendrick Lamar. Nathy coprodujo y coescribió los 15 temas del álbum, la mayoría junto con el músico y productor venezolano Manuel Lara, quien también se desempeña como productor ejecutivo junto a ella. “Estaba desencontrada con mi humanidad”, dice Nathy en los materiales de prensa, destacando cómo la intensidad del trabajo afectó tanto su salud mental como su creatividad, convirtiéndola en un robot que solo se decía a sí misma: “‘Soy una gladiadora’. Pero tuve que reaprender a disfrutar de las cosas simples de la vida que no eran trabajo”, explica. “Quizás otras canciones anteriores han sido más fantásticas o imaginarias. Este es un disco muy personal”.
GRASA se inicia con CORLEONE, un título que engloba perfectamente el mood del álbum como un bolero arrabalero: Me fumo un cigarrillo, llanto y pena, gloria y paz / Y aunque yo lo consiga todo, siempre quiero más / Cuento plata, cuento amores, me cepillo la melena / Y le pido al mozo Martini dulce pa’ estar serena. El peso del mundo se siente pesado en sus hombros, como una madrina de la mafia cansada de la vida. Luego llega APRENDER A AMAR, escupiendo barras sobre el amor propio como una AK-47 encendida con la ayuda de pablopablo en las letras, mientras que en REAL nos sumerge en la fantasía de un amor especial, único y diferente que la hace olvidar la mierda que rodea su vida: Soy la bala que maneja tu pistola / Agárrame, flaco, que soy tuya sola. Con LEGENDARIO, Nathy se nos pone más pop para contarnos las realidades y ansiedades de la fama, y cómo esta le pasa la factura, haciéndola encerrarse en casa para evitar los paparazzi y tomándose siete pastillas para dormir. La voz de la argentina toma alturas increíbles en ESCALERAS DE METAL, que se siente como un filoso interludio antes de aterrizar en TODO ROTO, una poderosa collab con Ca7riel y Paco Amoroso que da paso a un skit hablado llamado NO LES CREO NADA, y protagonizado por C. Tangana.
En la parte central del álbum, ENVIDIA es un jam electrónico futurista con un toque de humor en el que Nathy nos habla de lo venenosa que puede ser la sociedad que nos rodea antes de que MENINA llegue como una bomba molotov de beats e inspiración house y Lua de Santana acompañe a la argentina en uno de los mejores tracks de la producción. IDEAS RADICALES sirve como el puente perfecto con su spanglish sadomasoquista en el coro antes de que MANHATTAN llegue como una dedicatoria llena de poder contra cualquier hater que se le ocurra mencionar el nombre de Nathy: Ellos hablan y me dan mecha / Y eso que no tengo las teta’ hecha’ / Escupen polvo, ladra que ladran / Como cotorra’, cómo taladran. EL DÍA QUE PERDÍ MI JUVENTUD es sin duda otro highlight del álbum, hecho junto a Dev Hynes (aka Blood Orange), cargado de melancolía y ternura en una pista con melodías preciosas y una guitarra que nos guía de principio a fin.
La recta final comienza con un excelente tema de salsa, LA PRESA, que nos recuerda justamente al son setentoso de artistas como Héctor Lavoe, y que cuenta con los cantautores y productores venezolanos Servando Primera y Yasmil Morrufo, y los coros de nada más y nada menos que de El Gran Combo de Puerto Rico: Prefiero ser maleante que pendeja / Y para eso hay que tener valor. LA MENTIRA nos devuelve al trap latino, mientras que REMEDIO comienza a aplanar el camino con un beat más pop para despedirnos con MAMÁ, una de las canciones más personales del disco, en donde Nathy escribe prácticamente una oda de amor a su madre, sabiendo que siempre podrá contar con ella en sus momentos más difíciles.
Si bien GRASA sabe pasearnos por diversas avenidas musicales en donde los géneros varían de forma tal que 16 canciones se sienten absolutamente ligeras, lo que realmente apreciamos es no solo el nivel de producción, sino el hecho de que el talento vocal de Nathy Peluso es el verdadero protagonista: puede rugir en nuestra cara, escupirle barras de fuego a los haters, invitarnos a bailar con un ronroneo, e incluso demostrar el rango de su instrumento vocal llegando a hermosas notas agudas. Muchos podrían encasillar a Peluso como una artista de hip hop o de trap, pero lo cierto es que Nathy está en otra categoría: su melao musical se alimenta de todo el espíritu sonoro latinoamericano, y aunque sus referencias se remontan a hace 40 años, GRASA se siente increíblemente actual. Este es un disco hecho para escuchar a todo volumen durante el verano, pero también para sentir en el corazón mientras lo escuchas con audífonos en la oscuridad y nadie nos ve. El segundo álbum es siempre un reto, pero en esta oportunidad, esta argentina logró superarlo y con creces, demostrando versatilidad, vulnerabilidad y un poder que apenas comienza a descubrir. Que no acabe la GRASA.
Disfruta de GRASA en su totalidad a continuación.
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