Decir que los últimos años han sido traumáticos para Megan Thee Stallion es quedarnos cortos: sus dos últimos álbumes, Good News y Traumazine, se lanzaron bajo la sombra de muertes en su familia, incluyendo a su madre, así como por un traumático tiroteo y el consiguiente y prolongado juicio contra Tory Lanez, quien fue condenado a 10 años de prisión en agosto por disparar y herir a Megan en los pies, concluyendo una saga legal y cultural de tres años que vio dos carreras, y vidas, sumidas en el caos. En los años posteriores al tiroteo ocurrido en 2020, Megan se convirtió en el blanco de la desinformación generalizada y el odio de las redes sociales contra ella, en un claro ejemplo de misoginia. Lamentablemente, el mundo del hip-hop en el que Megan se desenvuelve tiende a favorecer a los hombres, incluso cuando la justicia prueba una y otra vez que son culpables. En los últimos cuatro años, Megan fue llamada mentirosa, cazafortunas, puta y una bruja empeñada en destruir la carrera de Lanez.

En más de una oportunidad, Meg confesó que la situación se había vuelto demasiado tóxica para ella; tanto, que incluso deseó no solo abandonar su carrera, sino terminar con su vida. Pero la nativa de Houston pudo más que sus haters, y hace unos días nos entregó su tercera producción discográfica, MEGAN, un disco que marca muchos finales y muchos inicios para ella: tras tres años de batalla legal con la disquera 1501 Certified Entertainment, Megan se separó finalmente de ella, por lo que este disco llega bajo su propia impronta independiente, Hot Girl Productions, con un acuerdo de distribución con Warner que le da el control sobre los derechos de autor y la publicación. El resultado es un álbum que muestra a Megan Thee Stallion en una nueva faceta, libre de una era de oscuridad, lista para el renacimiento. Aunque eso de renacer como artista se ha convertido en un cliché a estas alturas, en el caso de Meg se siente especialmente importante, pues hay ganas de dejar el dolor y el pasado reciente atrás, pasando la página.

En esta oportunidad, Megan usa la metáfora de la serpiente, un motivo que le gusta, según explica, porque implica una figura de antihéroe. Así, cambia la piel y la narrativa con un álbum de 18 temas que arranca con HISS, una canción llena de desprecio que apunta a los enemigos y rivales que parecían estar del lado de Lanez durante uno de los peores momentos de su vida: aquí, Meg rapea con un siseo amenazador y venenoso con una serie de rápidos golpes verbales y un acento retorcido: Nigga, ain’t you hear? I ain’t scared of dick / Any man go against me, I handle shit (Handle shit) / I’m the Teflon Don in the courtroom (Yeah) / They be throwin’ that dirt, don’t shit stick (Shit stick) / All these lil’ rap niggas so fraud (So fraud), Xanax be they hardest bars. Seguimos con el tema reptil con Rattle, el tema que levantó roncha en el campo de Nicki Minaj y su fandom, quienes todavía sienten el efecto del diss de la canción: Ain’t got no tea on me / this hoe think she TMZ. Aunque el álbum nos da momentos placenteros en temas como Broke His Heart, Find Out, la brillante Down Stairs DJ y su oda a la masturbación, y enérgicas colaboraciones en Spin con Victoria Monét y Accent con GloRilla, en el álbum la rapera parece centrarse principalmente en superar a sus detractores, sin tantas de sus anteriores alegrías desenfadadas. Pero, ¿quién puede culparla?

Megan también varía las cosas (a veces demasiado) con el sólido y rockero single Cobra con Spiritbox, y canciones en las que se ve acompañada de leyendas tejanas, como UGK en Paper Together, y Big K.R.I.T. en Miami Blue, que también crea ambiente. Tampoco podemos olvidar Boa, un tema súper impregnado de cultura pop que samplea What You Waiting For? de Gwen Stefani y que se inspira en la película Scott Pilgrim vs The World para el videoclip. Las referencias pop no terminan allí: dos de los mejores tracks del álbum son los dos momentos otaku de MEGAN: Otaku Hot Girl y Mamushi, donde Megan (una fan confesa y orgullosa del anime) canta en japonés y hace referencias a Jujutsu Kaisen y Naruto. Vale la pena destacar que Meg reveló que pasó por “ocho millones de obstáculos” para el sample de Jujutsu Kaisen en Otaku Hot Girl, que también incluye una intro con los actores de doblaje de la serie. Mientras tanto, Mamushi sigue los pasos de la rapera japonesa Yuki Chiba, y lanza versos en japonés que ya son virales en la nación asiática, generando miles y miles de divertidos vídeos en TikTok con coreografías y situaciones salvajes.

Generalmente hablando, las 18 canciones encajan bien entre sí, aunque MEGAN se hubiese beneficiado de un hilo conductor más concreto y un poco de edición, así como de la presencia de un productor con mejores beats que Lil Ju y que aprovechen mejor el talento de la de Houston. Aunque es digno de reconocimiento que Meg siga apoyando a alguien que estuvo con ella desde el primer día, ya es hora de ser más ambiciosa si quiere tener verdaderos álbumes en vez de colecciones de singles con algunos temas extras. Este álbum puede ser un nuevo capítulo, pero se beneficiaría de un poco de visión, aunque el estilo de rap de Megan que juega con la sensualidad, la vulgaridad y una buena dosis de emoción continúa intacto. Meg destila poder tanto en presencia como en letras, así que esperamos que con este disco deje atrás la idea de que solo es una artista de Houston para que finalmente se ponga el traje de superestrella, pues es una combinación intoxicante de talento, coraje y empoderamiento. Esperemos que su próximo trabajo sea un poco más centrado, con menos conflictos y más celebración de su poder y su ingenio como artista.

Escucha MEGAN en su totalidad a continuación.

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