Kanye West
Donda

A estas alturas, parece que Kanye West no puede lanzar un álbum sin hacer un circo alrededor del evento: el espectáculo parece venirle natural a este rapero que maneja la provocación como nadie: fue partidario de Donald Trump durante su mandato; candidato a las elecciones presidenciales de 2020 en Estados Unidos; conocido por decir que la esclavitud había sido una “elección”, y ex fanático del porno convertido a un cristianismo de línea dura que condena el aborto. El décimo álbum del rapero, Donda, que lleva el nombre de su madre, una profesora de inglés fallecida en 2007, no fue una excepción a la regla. Durante todo el verano, el ex de Kim Kardashian mantuvo a sus fans en vilo organizando fiestas de escucha a 200 dólares la entrada en grandes estadios: el 22 de julio y el 6 de agosto en el Mercedes-Benz Stadium de Atlanta, Georgia, la ciudad donde nació, y luego el 26 de agosto en el Soldier Field de Chicago, Illinois, la ciudad donde creció.
Al día siguiente de estos acontecimientos, en los que Kanye West se plantó, casi solo, en medio de un estadio deportivo ante 40.000 personas, se suponía que el disco iba a estar disponible en las plataformas de streaming, cosa que nunca ocurrió. Al final, no fue hasta el domingo 29 de agosto, día del Señor, cuando Donda se reveló a su rebaño. Este disco es, en primer lugar, bastante largo, cosa no muy común hoy en día: son dos horas de música repartidas en 27 temas, en los que Ye invitó a la flor y nata del rap y el R&B de su país. Tras una introducción en forma de entrenamiento vocal con la repetición del nombre de su madre — que ciertamente permite una bonita aliteración pero que apenas resulta interesante—, Kanye nos ofrece un espejismo sonoro y lírico donde volver a su antiguo brío político, aquel en el que condenaba la inacción del presidente Bush tras el paso del huracán Katrina por Luisiana en 2005. Jail, que cuenta con la participación de Jay-Z, su antiguo jefe y compañero en el álbum de 2011 Watch The Throne, suena a denuncia del sistema penitenciario estadounidense, sobre todo porque en el último tema de Donda, el notable Jesus Lord 2, aparece el hijo de Larry Hoover, miembro fundador de los Gangster Disciples, condenado a más de 150 años de prisión. Pero esa visión se desvanece rápido, aunque el disco nos ofrece tracks para recordar.
Un momento brillante es Believe What I Say, que utiliza un sample de Lauryn Hill de su clásico Doo-Wop (That Thing) para una canción soul más movida, en la que West se recuerda a sí mismo que no debe dejarse arrastrar por la fama. Mientras tanto, Hurricane, que cuenta con la participación de Lil Baby y The Weeknd, contiene un enorme gancho de este último que proyecta confianza, y Jesus Lord es una maravilla que une hilos dispares en sus casi nueve minutos de duración: un abismado Ye encuentra la salvación al tocar fondo, admitiendo suicidal thoughts got you wonderin’ what’s up there, mientras que un ritmo de batería lento y limpio proporciona un lienzo complaciente para lo que resulta ser el punto álgido del álbum, un verso de Jay Electronica absolutamente hechizante y casi místico. El recuerdo de Donda West, un suceso que cambió la vida de Ye, debería dar al álbum un poderoso núcleo emocional, y al menos una fuerte presencia femenina que no existe. Pero Kanye no la recuerda con profundidad y prefiere quejarse de su ruptura con Kardashian, o predicar su compromiso religioso con slogans o superficiales profesiones de fe.
Los pecadores que se unen a Kanye en el álbum incluyen a Chris Brown, un condenado por maltrato doméstico, que agradece a Dios su misericordia en New Again, mientras Marilyn Manson, que se enfrenta a acusaciones de violación, agresión y acoso sexual a varias mujeres, tiene un papel de cantante en Jail Pt 2, junto con DaBaby, que ofrece un rap donde se victimiza sobre ser “cancelado” por un reciente arrebato homófobo. La canción, innecesaria y soez, es uno de los puntos más bajos del LP. Por desgracia, estos son más frecuentes que los momentos estelares: Donda es irregular, carente de variedad, monótono en su tono y en sus técnicas de producción y, sobre todo, tan insoportablemente largo que muestra un total desprecio por los oyentes, que con 27 canciones se merecían una obra maestra que cambiara la cultura pop y recibieron en cambio un álbum a medio hacer. Al menos la mitad de las pistas de Donda suenan como demos o relleno porque West no podía decidir un tracklist o saber por su instinto de productor (ese que lo hizo alguna vez una estrella) qué era bueno y qué no.
Si somos honestos, Ye no ha “terminado” un álbum desde Yeezus, y este álbum, más que nunca, nos hace verlo como el artista que ha sido desde ese lanzamiento en 2013: un hombre con un ego demasiado inflado y que cada vez demuestra menos el talento y impulso creativo para respaldarlo. Sí, hay un buen disco en algún lugar dentro de Donda como también hay un buen hombre y un gran artista en algún lugar dentro de Kanye West, pero en el mundo autocomplaciente en el que se mueve es posible que más nunca encuentre la motivación para superarse a sí mismo mientras piense que no tiene competencia. No sabemos qué le depara ese tormentoso camino de fe, celebridad y cordura, pero esperamos en algún momento en el futuro escuchar no solo un mejor homenaje para Donda West, sino un disco que se centre en lo que realmente debería importar en la carrera de West: la música. El resto sigue siendo pan y circo.
Escucha Donda en su totalidad a continuación:
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