Clairo
Sling

Claire Elizabeth Cottrill, mejor conocida como Clairo, consiguió salirse de los caminos trillados y unirse a las filas de las reinas indie con su álbum debut Immunity, aunque este trabajo se haya concebido básicamente como un proyecto pop. Tras ese éxito, se retiró de las giras y de los focos, y en ese tiempo, parece haber encontrado una profunda inspiración en la soledad a lo largo de la pandemia. Para muchos de nosotros, el último año de mierda nos ha dejado un poco abrumados, y este es también el caso de Clairo, que ha visto su mundo al revés; tanto, que se refugió para cuidar su salud mental: esto se refleja en las 12 suaves pistas de su más reciente álbum, Sling. Producido por Jack Antonoff y con coros de Lorde, esta es una producción más acogedora, tranquila y con más piano que la primera; y lo que hace que su música sea tan atractiva es la sinceridad y la veracidad contenidas en cada composición con tintes folclóricos lo-fi, algo que Sling tiene a raudales.
Con sus discretos y tenues arreglos, Sling sitúa a Clairo en la estirpe de artistas como Aimée Mann, la Fiona Apple de la era Tidal, la gran Joni Mitchell en su periodo Blue, o incluso The Shins, cuyo álbum Wincing the Night Away marcó a la joven cantante. Como ellos, Clairo prefiere la modestia a los trémolos, la naturalidad a los efectos pirotécnicos. Varias capas de voz y una bonita ambientación instrumental (con mellotron, un sintetizador analógico moog, y guitarra acústica) bastan para crear en este disco una atmósfera suave y elegante, una especie de colchón de plumas de cisne en la que podemos caer sin reservas desde la suave introducción, Bambi, hasta el ramillete final, Management, salpicado de violines y un sobrio piano que transforman esas plumas de cisne en un voluptuoso tafetán de seda.
Con Sling, Clairo madura, ampliando cuidadosamente su comprensión — o confusión — sobre múltiples temas, como la domesticidad, la salud mental, el confort y la naturaleza. El piano acústico, las guitarras y los cálidos moogs se hacen sentir en cada grieta de las cuatro primeras pistas: en Bambi, canta: I’m stepping inside a universe designed against my own beliefs, mientras que en la segunda pista, Amoeba, un piano juguetón acompaña a Clairo mientras canta con naturalidad y sencillez: echo chambers inside a neighborhood, varias Clairos nos cantan al unísono para llegar al brillante estribillo de la canción, lleno de piano, flautas, bajo y batería. A continuación llega Partridge, un tema suave teñido de elementos de jazz, con un tenue piano de órgano que suena de fondo en momentos esporádicos.
Blouse es somnolienta y elegante, aunque de forma triste: trata de un sentimiento de objetivación, específicamente dentro de la industria de la música, donde los demás son incapaces o no están dispuestos a considerar a Claire como un individuo propio, sino que miran por debajo de su blusa. El trío de piano y guitarra acústica de Wade, Harbor y Just for Today, ejemplifican el ambiente relajado de los años 70 inspirado en el retiro musical californiano de Laurel Canyon, además de ayudar a completar la parte central del tracklist: fluyen entre sí y son algunos de los momentos más encantadores del disco, ya que se expanden, se contraen y se asientan. Joanie — titulada en honor a la perrita de Clairo, Joni Mitchell — le sigue justo después. Es un instrumental bellamente arreglado, utilizando el piano y la percusión de época, como si nos llevara a un ensueño acústico y sin palabras. Todo termina con Management, una canción burbujeante que aborda la noción de crianza a través de diferentes perspectivas: la de su madre en la primera estrofa; la de la propia Clairo en la segunda, en relación con su perra, Joanie; y, en última instancia, la de Clairo aprendiendo a preservarse y protegerse. Es una canción hermosa, en la que Clairo descubre cómo ser amable con su propia mente en medio de la confusión, y se esfuerza por dejar de lado el resentimiento.
Para muchos artistas, el prospecto del segundo álbum tras un debut exitoso es a veces asfixiante; pero es obvio que para Clairo esta producción solo significó madurez y evolución de la mejor manera posible. Sling va a ser, sin duda, uno de los mejores discos del año, pues puedes sentir a esta joven mujer de 22 años creciendo en su propia piel y deslizándose con naturalidad hacia la música que quiere hacer: suena en paz, confiada, más lenta y sin reservas. En esta producción, la vulnerabilidad y la sinceridad son sus armas más poderosas y las expectativas de fama, éxito o validación se dejan a un lado, logrando que Clairo nos dé una perspectiva clara como mujer y como artista. En Sling, suena plena y libre, elevada y precisa. Bravo, Clairo.
Puedes escuchar el álbum Sling en su totalidad a continuación.
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