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Album Reviews

Arctic Monkeys

The Car

Portada del álbum "The Car" de Arctic Monkeys.
8.3
Words Mirangie Alayon

Lo que los Arctic Monkeys hicieron a mediados de la década de 2000 fue salvaje: con apenas veinte años de edad, salieron al ruedo como desconocidos, lanzando en rápida sucesión álbumes como Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not (que vendió casi medio millón de copias en una semana) y Favourite Worst Nighmare, provocando un entusiasmo y un fervor que teníamos tiempo sin ver en el público. Fueron cabezas de cartel en el mítico festival de Glastonbury en 2007 gracias a su energía y a un sonido rock melodioso y potenciado, y a un look que no los distinguía de otros muchachos jóvenes que frecuentaban los mismos pubs, usaban la misma ropa, coqueteaban con las mismas chicas y se peinaban de la misma manera. Nada, excepto un talento, una pasión y una llama que no habíamos encontrado desde The Libertines, The White Stipes, Franz Ferdinand o The Strokes, todos grandes de principios de los 00s. Con el nacimiento y el éxito de Arctic Monkeys, se nos dio la oportunidad de disfrutar de una especie de amanecer explosivo, un renacimiento prodigioso.

Sin tropezar nunca y sin perder ni un paso), la banda de Alex Turner supo, gracias a un sentido del trabajo bien hecho, un buen gusto indiscutible y un talento innegable, renovarse constantemente disco tras disco. Desde Favorite Worst Nightmare y sus espeluznantes riffs de trémolo combinados con melodías efectivas, hasta el maravilloso Suck It And See, compuesto con divina sencillez y producido por Josh Homme, los Arctic Monkeys se convirtieron en maestros ineludibles. En 2013, con el lanzamiento de AM, van más allá y logran un éxito deslumbrante que les permite llegar a una nueva audiencia. Con singles como I Wanna Be Yours o Do I Wanna Know superando los mil millones de reproducciones, los Arctic Monkeys se convirtieron en los reyes del rock’n’roll de la década de 2010. Pero luego de ese éxito, parece que el grupo llegó a un punto de inflexión, creyendo con razón que no puede ir más allá sin renovarse.

Pero nadie estuvo mentalmente preparado para el cambio musical que representó Tranquility Base Hotel & Casino del 2018, y con razón, pues no es fácil llorar a los Arctic Monkeys de los años 2006-2007 cuando aterrizaron con su rock enérgico y explosivo que conquistó todo el planeta con un montón de discos unificadores. Alex Turner y su pandilla han pasado por muchos giros y vueltas para apuntar más alto y convertirse en una de las bandas más influyentes de su generación. Así que todo ha sido dicho sobre este tema. Han pasado cuatro largos años después de la última renovación musical aventurera de la banda de Sheffield, y el cuarteto está llevando las cosas al siguiente nivel con su séptimo álbum, titulado The Car. A la vista de la portada que representa un estacionamiento sobre un tejado californiano con un solitario Toyota Corolla blanco, podemos imaginarnos un regreso a la Tierra, al menos musicalmente hablando.

Si Tranquility Base Hotel & Casino era una exploración retro-futurista con influencias lounge dignas de los años 60 y 70, podríamos pensar en una especie de regreso a casa con The Car. Tras meses de teasers entre un anuncio de gira, los primeros extractos nos tomaron por sorpresa y anunciaban el panorama general de este séptimo disco, pues parece que los Monkeys abandonaron la misión de salvar el rock como antes. El primer tema del disco se llama There’d Be A Better Mirrorball, y ambienta un escenario muy setentero y muy cinematográfico donde los arreglos barrocos se casan con la interpretación más solemne y lírica que nunca de Alex Turner. Las guitarras vuelven a retroceder en favor del piano y las cuerdas para una atmósfera cinematográfica digna de las mejores películas de James Bond, al igual que los aires un tanto funky de I Ain’t Quite Where I Think I Am y Jet Skis On The Moat, y las notas más agobiantes de Sculptures Of Anything Goes, un poco más sintéticas y poco convincentes. La teatralidad reposa en torno a un Alex Turner que se acerca a la gracia del desaparecido Bowie sin olvidar su pluma nostálgica y contemplativa que se mantiene cautivante en Body Paint, donde guitarras y arreglos se entremezclan para un poco de electricidad, pero también en Hello You, con ritmos ligeramente jazzísticos que elevan un poco el nivel.

En la producción, Arctic Monkeys a veces nos transporta a tierras del spaghetti western dignas de The Last Shadow Puppets, o en épicas o espaciales dignas de su predecesor en Big Ideas. Lo cierto es que está magníficamente bien orquestado de principio a fin, hasta las últimas piezas tipo bossa nova, como Mr. Schwartz, y la grandilocuente Perfect Sense donde sentimos que Alex Turner lucha por encontrar su lugar en el mundo. Al final, The Car tiene algunos toques de despedida, de muerte del cisne, si somos honestos. Hemos visto a Arctic Monkeys evolucionar enormemente en los últimos 15 años. Muy, muy lejos de ser el disco perfecto, The Car es interesante en muchos aspectos pero claramente le falta energía por momentos. Aún así, podemos aplaudir la audacia de Alex Turner, a quien le gusta ponerse en peligro. Al analizar el álbum con un poco más de profundidad, sentimos que los Arctic Monkeys están haciendo balance de sus carreras y se han negado a sonar de la misma forma (Matt Helders le ha dicho a los fans más de una vez que escuchen AM si tanto extrañan ese sonido de los primeros discos), sin importar las consecuencias.

Esta nueva era de los Monkeys rima más con la calma y la voluptuosidad que con el fuego de sus primeros años. Con acentos conmovedores y de jazz, cambiando el zumbido de la guitarra por violines tomados del lirismo, Alex Turner y su banda se reinventan con al menos tanta audacia como talento. Si hace diez años los de Sheffield podían firmar grandes temas musicales capaces de embriagar estadios completos, aquí las melancólicas baladas y violines de The Car atraen a otro nivel de lectura en el oyente, uno que llega al corazón un poco más profundo, con nostalgia cinematográfica retrofuturista y la pluma elegante de Turner, con sus ricas e insondables imágenes.

Escucha The Car en su totalidad a continuación:

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