
Q&A con la fotógrafa Maša Stanić: “Fotografiar es como estar volado en el momento, una reacción química”
Maša Stanić, otra de las artistas destacadas de nuestro ISSUE #02, es un talento escondido de Vienna, Austria. Con 23 años de edad, se ha dedicado a revisitar la intimidad en la fotografía analógica con un toque de surrealismo, mucho flash, retratos, noche, interiores y streetwear. En una mezcla de comunión y complicidad, Stanić nos invita a sumergirnos en algo que vendría siendo la cotidianidad de lo espontáneo, una generación joven, descuidada y tristemente feliz. “Se trata de aceptar los errores”, dice.
En sus propias palabras, esto hace que todas sus fotos sean disparadas explosivamente en una Contax G1, la mayoría con flash y sin pensarlo mucho. En un instante, un segundo, a modo de diario o bitácora de viaje, los errores son los nuevos detalles, que a primera impresión burlan el criterio del creador, para luego transformarse en un gesto único.
“Cuando saco fotos en digital, quedo muy contenta con los resultados, saco millones de fotos, pero siento que pierdo mi tiempo”.
En la fotografía de Stanić nos podemos sumergir en la noche profunda y espesa, en donde el flash adquiere un rol protagónico que dicta las jerarquías de luces y sombras en los ojos de los que observan sus registros y texturas. Para Maša, vivir con su cámara es clave, así como ser paciente, conocer a las personas y sus límites, pues lo más importante siempre es saberlo todo. Pero a pesar de eso, da la sensación que todo depende de su ánimo y de cómo se sienta, casi como si fuese un capricho o una necesidad.

Fotografía: Maša Stanić

Fotografía: Maša Stanić

Fotografía: Maša Stanić

Fotografía: Maša Stanić

Fotografía: Maša Stanić

Fotografía: Maša Stanić
¿Qué equipo usas para mantener el foco en lo que haces mejor cuando fotografias? ¿Tienes alguna preferencia personal por lo digital o lo analógico? ¿Por qué?
El único equipo que uso es una Contax G1 (con flash principalmente) por ahora. Decidí centrarme solo en lo analógico porque me gusta mucho más y siento más comodidad con eso que con lo digital. Si disparo digitalmente nunca estoy contenta con el resultado. Y luego tomo millones de fotos y pierdo mi tiempo. Cuando tomo imágenes analógicas, estoy mucho más concentrada, no soy tan exigente, y al final estoy contenta con el resultado. ¡Y también acepto errores! En su mayoría, los errores también resultan ser un buen detalle en la imagen.
Al ver que su trabajo es intrínsecamente espontáneo e informal, ¿cómo haces que las personas estén frente a la cámara tal como las deseas? ¿Dejas las cosas al azar y las verificas después?
Es todo acerca del momento. Tengo que ser paciente, tengo que conocer a la gente que quiero fotografiar y sus límites, pero cuando todo sucede, realmente no pienso mucho. Mi trabajo es en su mayoría espontáneo y siempre depende del estado de ánimo. Nada es realmente planeado. Lo único que es muy importante para mí y mi tipo de fotografía es conocer a todos y todo.
Has dicho que tus fotos se sienten como un diario. ¿Hay alguna imagen de ese diario que no hayas compartido por alguna razón en particular?
En realidad, no tantas como pensé que habría, porque mi fotografía es muy íntima y personal a veces. Pero hay algunas que me hacen decirme a mí misma: “me gusta mucho la imagen pero es demasiado privada, así que no la comparto” o, por supuesto, si algunas personas a las que disparo no están contentas con la imagen, solo me dicen que no debería publicarla y, por supuesto, lo acepto.
¿Cuál es la anécdota más loca que puedes recordar durante una de tus expediciones de fotografía?
Una vez estábamos corriendo por las calles de Berlín (en noviembre, así que hacía mucho frío) y había un gran charco en el suelo. Y digo, “se vería genial si alguien yaciera desnudo en el charco”. Y un chico que conocí esta noche (se llama Pablo) simplemente lo hizo. En pleno invierno con la calle llena de gente. Y una mujer turca salió de una tienda gritando como loca y llamando a su marido y a la policía, así que tuvimos que huir.

Fotografía: Maša Stanić

Fotografía: Maša Stanić

Fotografía: Maša Stanić

Fotografía: Maša Stanić

Fotografía: Maša Stanić
“Me regalaron una cámara digital cuando tenía 15 años. Nunca más me separé de ella y cuando salí de la universidad a los 18, ya sabía que era lo mío”.
¿Qué obra fotográfica te ha influido más? ¿Cuándo supiste que la fotografía era algo que tenías que hacer?
En realidad no tengo ídolos reales, tengo que decir. Por supuesto, hay muchos fotógrafos que me gustan, pero nunca podría decir cuál realmente me influenció conscientemente, porque realmente no investigo y no busco inspiración en el trabajo de otros artistas. Puede haber inspiración en todo, incluso en cosas que no me gustan y en cosas que no son fotografías, por supuesto.
Mis padres me regalaron una pequeña cámara digital cuando tenía 15 años y empecé a usar esta cámara, mientras estaba con mis amigos. Llevé la cámara a todas partes conmigo. Y desde entonces me di cuenta de que esto era realmente lo mío. Cuando tenía 18 años y terminaba la escuela, ya sabía que esto iba a ser lo que iba a hacer en la vida. Nada más importaba.
¿Hay algo que siempre te preguntas / piensas justo antes de presionar el botón?
Cuando veo una escena o un momento quiero disparar, algo en mi cerebro simplemente hace clic y apago mis pensamientos por completo. Fotografiar es como estar volado en el momento, una reacción química. O mejor dicho, es de alguna manera un proceso mecánico, donde todo sucede automáticamente y con fluidez.
¿Cuál es la única cosa que desearías saber cuando empezaste a tomar fotos?
Todo sucede como sucede, así que básicamente no hay nada en lo que pueda pensar en este momento que me hubiera gustado saber en ese momento.
Despues de leer, ¿qué te pareció?
-
18Me gustó
-
3Me prendió
-
32Lo amé
-
1Me deprime
-
2WTF!
-
2Me confunde