¿Por qué hay tantos gays obsesionados con la hipermasculinidad tóxica?
Cuando se trata de ser un adolescente gay en el armario, la interpretación de la masculinidad es una de las herramientas que muchos utilizan para sobrevivir: dependiendo del lugar en donde vivan, su familia, su entorno, sus amigos, su crianza religiosa y demás, pasar por heterosexual ha sido por mucho tiempo la estrategia de muchos gays para evitar que los echen de casa, los envíen a terapia de conversión, otros héteros les hagan bullying o se burlen de sus manierismos femeninos para poner en duda su género, haciéndoles dudar hasta de forma en que actúan, y creando en ellos una vergüenza absoluta de su identidad. Lo que casi nadie dice es que una vez que estos mismos gays salen del armario, es que muchos hombres gays tienen los mismos complejos sobre la masculinidad que aquellos chicos de la secundaria.
La interpretación de la masculinidad dicta la forma en que algunos hombres gays se comunican en las aplicaciones gay de citas: “No afeminados”, “serios”, “no mujercirtas”, “no voces partidas”, “sin plumas”, “masculinos”, “no partidos”, “discretos”, “no fuera de closet”, “si son casados, mejor”, “no fems”. Estas son solo algunas de las frases con las que cualquier homosexual se encuentra en aplicaciones de citas como Grindr, Gaydar, Tinder o Manhunt. Incluso utilizan el chat de voz para saber si ese chico con quien quieren pasar un buen rato suena demasiado afeminado para sus gustos. Si tomamos la masculinidad tradicional, que depende en gran medida de las convenciones sociales de los heterosexuales, entonces parece que buena parte de la comunidad gay busca a alguien que “actúe heterosexualmente” y, si somos sinceros, tener sexo con otros hombres no parece ser algo que los heterosexuales hipermasculinos hagan mucho.
Muchos de estos gays musculosos, obsesionados con el gimnasio y la masculinidad parecen no considerarse parte de la comunidad gay. El mes del Orgullo les importa poco, no se identifican con las luchas y reivindicaciones, ni sienten que deben ser puestos en la misma categoría de los “otros gays”. Olvidan que las imágenes hipermasculinas de Tom of Finland o de Mapplethorpe fueron usadas para subvertir los estereotipos, pero también para politizar y revolucionar la imagen de lo que era ser gay, y The Village People cantó Macho Man no para reforzar la masculinidad hétero, sino para burlarse de ella: me veo como tú, pero tengo sexo con hombres. ¿Por qué ahora se utiliza la masculinidad tóxica entre los gays como algo de lo cual hay que sentirse orgulloso? Parece que hay una intencionalidad de excluir a las personas queer femeninas y andróginas, un tipo de exclusión que habla de un largo legado de homofobia y misoginia interiorizadas tanto en la comunidad gay como en la sociedad en general.
La homofobia arraigada nos enseña a aceptar y normalizar las relaciones que encajan en un marco heterosexista y oprimen la homosexualidad, mientras que la misoginia arraigada nos enseña simultáneamente a privilegiar la masculinidad sobre la feminidad. Ser queer en esta sociedad ya margina a los hombres homosexuales, pero la forma en que presentan su género y sexualidad en su propia comunidad, en última instancia, los margina aún más. Es un mundo que espera que los hombres sean estereotípicamente masculinos para “pasar” por hétero, aunque seas tan maricón como el que “bota pluma”. A muchos les preocupa ser obviamente homosexuales, demasiado extravagantes o incluso ligeramente femeninos. Se les enseña a controlarse, a no alterar la fachada de la heterosexualidad. Los hombres homosexuales que obedecen consiguen establecer una falsa sensación de protección que no es tal.
Aunque no hay nada malo en ser y expresarse de la forma que uno desee (ya sea masculina, femenina, andrógina, no binaria y más allá), es innegable que los hombres queer que actúan masculinamente se benefician de una sociedad patriarcal y reciben ventajas por ser hombres y masculinos en una sociedad que devalúa y antagoniza la feminidad. Esto deja espacio para que los hombres homosexuales misóginos alardeen de su privilegio masculino mientras clamen por sus derechos homosexuales. Lo realmente terrible de todo esto es la noción dominante y sexista de que la feminidad es menos valiosa que la masculinidad, y reafirma las estructuras opresivas que discriminan a las personas femeninas y queer. Incluso refuerza el distanciamiento constante, la marginación y la exclusión de una comunidad que supuestamente lucha por la igualdad. Y sí, todos somos producto de las sociedades en las que vivimos, y también lo son nuestras formas de pensar, incluso lo que nos parece atractivo. Pero la masculinidad no está definida por las app de citas. El único requisito para ser un hombre es creer que lo eres.
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