Sticky M.A., el MC español que hace trap psicotrópico y místico

A estas altura, es imposible que no hayas escuchado hablar de C Tangana y su mezcla pop de hip hop, rap y trap que desde el año pasado está sonando insistentemente desde España como parte de esa vanguardia urbana nacida en YouTube y que ha terminado en los primeros puestos del ranking. Lo que tal vez no sepas es que el Caballo Ganador es parte de un colectivo mucho más grande llamado Agorazein (aka AGZ), un crew madrileño que desde hace unos cuentos años ha venido refrescando el panorama de la música española, con miembros como Joka, Pedro Ladroga, Alizzz, Erik Urano, Banana Bahia Music, Elio Toffana, Emelvi, Cálido Lehamo y quien nos ocupa el día de hoy, Sticky M.A., anteriormente conocido como Manto.
Sticky se dio a conocer en el año 2014 con un EP llamado Chill Thrill, del que se hicieron reconocidos temas como To Pue Ser, Angel o Guadalupe, que combinaban su fraseo, su flow y sus barras. Pero cuatro años después, las cosas han cambiado: a principios de este año dejó caer YanoaY, su primer single en solitario desde ese primer extended play, ahora de manos de Sony Music, con un sonido mucho más latino (cortesía de Royce Rolo) y con un videoclip épico inspirado en la novela Pasión de Gavilanes.
En el clip, Sticky cambia un trabajo de pobre para convertirse en dealer e impresionar a su novia, que a su vez tiene una relación con el capo al que Sticky le vende la mercancía. Como se imaginan, todo acaba en un drama de ficción, pero para el MC, las cosas terminaron en éxito: justamente el fin de semana pasado dejó caer su nueva mixtape, Las pegajosas aventuras de Sticky M.A., en donde parece acercarse más a una estética dark y gore al estilo Lil Uzi Vert que a los traperos pop que tanto suenan en estos días.
Su sonido es psicotrópico, espeso, un jarabe vanguardista con detalles sintetizados en 8-bit que podrían hacer que cualquiera de los tracks formara parte de algún videojuego como GTA, pero uno sin armas y en donde todo el rollo del amor y el sexo sean los protagonistas, como él mismo lo hace en sus canciones, como si fuese un hilo conductor invisible que lleva la narrativa a veces real, y a veces lisérgica de su propuesta, en donde siempre guarda un espacio para hacer referencias a la cultura mexicana o a lo espiritual:
“Me gusta cantarle al amor en todos los temas. De una forma u otra siempre está presente, sobre todo de una forma enrevesada donde no siempre gano. Siempre escribo en medio de un trance, los psicotrópicos me ayudan bastante a la hora de meterme en esa atmósfera mística”.
Prueba de ello es su más reciente video, Diablo, publicado el día de hoy y en donde lo vemos en ese borroso umbral entre lo sagrado y lo profano, entre la inocencia y el pecado con la iconografía diabólica de Alexis Gómez y la producción de CANADA, en donde Sticky se juega el alma en una partida de cartas.
Tal como sucede en la cultura hip-hopera, una mixtape es siempre el paso previo antes de un álbum, pero en el caso de Sticky M.A., no hay apuro para convertirse en el próximo amo de la cultura pop underground española.
Se está tomando las cosas con calma y un día a la vez, analizando a ver qué sucede en ese camino abierto que le espera, sentándose a disfrutar de las vistas mientras el humo blanco del weed se desvanece en el aire como una de sus letras oníricas. “Sólo quiero paz, amor, felicidad y marihuana”.
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