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Riot

Chappell Roan, la princesa pop DIY que hace música para la Gen-Z queer

MOR.BO RIOT: Chappell Roan, la princesa pop DIY que hace música para la Gen-Z queer
Chappell Roan. Fotografía: Instagram @chappellroan
Words mor.bo

Si hay una artista que en los últimos meses ha sabido llevarnos de lleno a su universo pop, glam y queer, esa es la norteamericana Chappell Roan: Su música es un delicioso pasticho de pop llamativo y atrevido, que oscila entre la melancolía, el desorden y el humor. Al igual que la ropa que luce, Roan se ha hecho a sí misma, y se ha labrado un público antes de contar con el apoyo de una gran discográfica, escribiendo canciones descaradamente sinceras que hablan de la experiencia queer de la Generación Z. En septiembre del año pasado publicó su álbum debut, The Rise and Fall of a Midwest Princess, que recibió muy buenas críticas. Sin embargo, podríamos decir que el 2024 ha sido su año: luego de un viral Tiny Desk Concert y un par de shows en Coachella, se ha convertido en una favorita de internet y más allá, y hoy, es la protagonista de nuestra sección RIOT.

Chappell Roan nació como Kayleigh Rose Amstutz el 19 de febrero de 1998 en Willard, Missouri, como la mayor de cuatro hermanos en una familia bastante conservadora y cristiana que vivía en un parque de remolques. Durante su infancia, iba a la iglesia tres veces por semana y pasaba algunos veranos en campamentos cristianos, y desde que tuvo uso de razón, solía escaparse, pues se decía a sí misma que debía haber algo más. Convencida de que estaba hecha para la música desde que empezó a tocar el piano a los 12 años, comenzó a escribir sus propias letras desde que era adolescente, y en el fondo de su mente una vocecita le dice que no se rindiera, y así lo hizo. A los 17 años hizo un cambio total, como una especie de renacimiento como persona y como artista: nunca le gustó su nombre de nacimiento, así que adoptó el nombre artístico Chappell Roan, en honor a su abuelo Dennis K. Chappell, que falleció de cáncer cerebral en 2016; su canción favorita era The Strawberry Roan, de Curley Fletcher.

Así nació Chappell Roan: como si se tratara de una versión drag de ella misma, algo que se refleja en su maquillaje y en sus looks para el escenario. “Al crecer, no tenía tacto ni clase”, explica Roan, aclarando que solía avergonzarse de la estética kitsch en torno a la que había crecido. Ahora, los vestidos de graduación en tonos pastel de segunda mano y el glamour vaquero se han convertido en el centro de su imagen. Explica: “Rechacé esa versión de mí misma porque pensaba que no era inteligente. Pero me di cuenta de que puede que no tenga tacto ni clase, pero soy inteligente. Me apoyé en eso y empecé a quererme como artista. Las canciones empezaron a encajar y toda la marca empezó a funcionar”.

Esta recién llegada a la escena de la música pop busca vengarse de una industria que puede haberla decepcionado, pero que terminó haciéndola más fuerte. Tras subir covers en YouTube, fue reclutada por un productor a los 17 años, y fichó en 2017 por Atlantic Records, que pretendía convertirla en la nueva Katy Perry. En ese momento, armada con un EP de debut titulado School Nights, Chappell evolucionaba en un estilo pop bastante clásico que mostraba su voz sin explotar realmente su talento. El proyecto, bastante banal, no tuvo el éxito esperado y, tras finalizar sus estudios, la joven artista decidió abandonar su Missouri natal y trasladarse a Los Ángeles. Desde allí, Chappell empezó a darse cuenta de que su identidad musical era más profunda que la que su equipo intentaba imponerle, y poco a poco empezó a escribir letras más ambiguas sobre su sexualidad y su identidad queer.

Más tranquila, Chappell cambió entonces de estilo y en 2020 lanzó Pink Pony Club, un tema country-queer que le valió muchas críticas positivas de la prensa musical; pero desgraciadamente, su discográfica no la consideró lo suficientemente rentable, pues su imagen no era lo suficientemente comercial, y tras 3 años de colaboración, y con los primeros temas de su álbum ya grabados, Atlantic Records rescindió su contrato. Para colmo de males, Chappell rompió con su novia al mismo tiempo, y durante los dos años siguientes tuvo una sucesión de trabajos esporádicos mientras seguía desarrollando su carrera de forma independiente. Así que comenzó trabajando como camarera, niñera y recepcionista, intentando llegar a fin de mes en Los Ángeles.

Allí fue cuando su antiguo productor y amigo Dan Nigro irrumpió en escena, pues estaba produciendo varios temas para el álbum debut de Olivia Rodrigo. Nigro pensó que los temas que Chappell había grabado con él también podrían ser éxitos potenciales. Gracias a sus contactos, pudo interpretar varios de sus temas como telonera de Rodrigo y FLETCHER, y en 2022, tras recuperar los derechos de sus canciones, decidió lanzar nuevos temas, así como relanzar Pink Pony Club. Una vez más, el tema resultó ser un gran éxito en streaming, y poco más de un año después, su álbum debut The Rise and Fall of a Midwest Princess llegó a las estanterías. Categóricamente, el título del álbum es un guiño a sus difíciles comienzos en la industria, y en el proyecto, Chappell se divierte jugando con los géneros sin ponerse nunca límites.

Hay pop, country, electro, y el álbum es una gran mezcla y mientras algunos temas recuerdan a Taylor Swift (California) o Lana del Rey (Picture of You), otros se acercan más a Charli XCX (Super Graphic Ultra Modern Girl). En sus entrevistas, Chappell afirma haberse inspirado en las series Euphoria, Hannah Montana y el mundo de las muñecas Bratz. Orgullosa de ser hija del pop, defiende el aspecto comercial de su música, pero su estilo musical y su estética la ayudan a ir mucho más allá de un simple proyecto planificado por una disquera.

Desde hace meses, Chappell Roan es la telonera de la gira GUTS de Olivia Rodrigo, en donde hace gritar a los fans de Rodrigo (y a los suyos), pero sobre todo, busca ofrecerles un espacio seguro en donde puedan escapar de la mierda del mundo ahí afuera, algo que también hace en sus shows como solista. “Todos estos años han merecido la pena”, dice. “Gracias a Dios seguí adelante”. Dice que cuando actúa en vivo, las canciones se convierten en algo completamente nuevo, transformado por un público que se ve reflejado en el propio viaje de Roan, conectando con letras sobre enamoramientos “prohibidos” en fiestas de pijamas, autodescubrimiento, caos y, sobre todo, alegría queer. “Hay tanta homofobia y transfobia que creo que a mucha gente de mi generación le resulta difícil pasárselo bien”, afirma. “Si puedo darles algún tipo de consuelo durante dos horas, eso es lo que voy a hacer”.

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