México vuelve al combate contra la sequía con bombardeos de nubes para producir lluvia

Desde junio de este año, la Fuerza Aérea Mexicana parece estar enfrentándose a una nueva misión: bombardear nubes para hacer llover en regiones que están sufriendo los efectos de la sequía en ese país. Desde julio de 2020 se realiza en la nación azteca un programa de estimulación de lluvias que fue implementado por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), que busca abatir fenómenos naturales como la sequía, que según la Comisión Nacional del Agua (Conagua), se ha extendiendo y profundizando en el país. ¿Cómo funciona? Muy sencillo: las aeronaves tienen tanques que se llenan con yoduro de plata, un producto semejante al cristal de hielo que contiene la nubosidad; y así, en el aire, “bombardean” las nubes con aspersores y con el efecto de colisión y gravedad, empieza a llover.
Este plan aumentan las precipitaciones aproximadamente en un 40%, lo que representa un beneficio, principalmente para agricultores y ganaderos. Todo está milimétricamente planeado, y la operación se lleva a cabo cuando los meteorólogos de la Fuerza Aérea Mexicana determinan que en la nubosidad predomina temperaturas de al menos -4°C, es decir, a nivel de congelación. “Muchas veces podemos ver a la gente que espera con ansias la precipitación y eso para nosotros es una gran satisfacción”, explica Guadalupe Rojas, Capitán 2do de la Fuerza Aérea. Hasta ahora se han bombardeado los cielos de localidades como Sonora, Sinaloa, Chihuahua y Torreón, mientras que la Comisión Nacional de las Zonas Áridas (Conaza) calcula que el bombardeo ha contribuido contribuyendo al aumento de las presas, la extinción de los incendios y, lo más importante, el beneficio del ejercicio de la agricultura y la ganadería.
Al parecer, el experimento ha sido tan exitoso (y la sequía tan constante), que México continuará estimulando las precipitaciones. En un artículo de El País, el director de la Conaza, Ramón Antonio Sandoval, dice que el 98% de los vuelos han provocado precipitaciones. “Con resultados aún preliminares, calculan que en Sonora, donde menos impacto ha tenido la práctica, la lluvia se ha incrementado en un 30%. ‘Un 55% en Chihuahua y un 60% en Sinaloa’, dice. ‘Y millones de metros cúbicos escurridos hacia las presas’, añade el ingeniero agrónomo. ‘Nos ha funcionado muy bien para apagar los fuegos y eso no se cuantifica'”. Con resultados tan buenos, cabe la pregunta de por qué no se hace siempre, y lo cierto es que los costos a veces prohíben que esto se haga; pero este año, al enfrentarse a la posibilidad de que las cosechas tuvieran un rendimiento muy por debajo del nivel acostumbrado, el presidente Andrés Manuel López Obrador decidió impulsar la inversión de la estimulación química de las nubes.
Sin embargo, hay detractores de la práctica, como defensores medioambientales que afirman que si se hace llover yoduro de plata, este se filtrará en las cosechas. Pero el ingeniero Alejandro Trueba, dueño de una de las compañías privadas que presta el servicio de bombardeo de nubes al gobierno de México, afirma que de hecho han tomado muestras en la tierra y en las plantas, y que “las cantidades son ínfimas para que supongan un factor de peligro. Sí hay que prohibir que esto se aplique en aquellos casos en que se demuestre riesgo de envenenamiento, pero no lo hay”, aclara. El director de la Conaza reafirma que no hay riesgo: “Ni para el campo ni para la salud, personajes muy cualificados en el tema no reportan daños del yoduro de plata. Lo hacen en todas partes”.
Aún así, ciertos sectores del agro han hecho protestas, afirmando que empresas privadas bombardeaban con cañones desde el suelo, en este caso para modificar la nube de tal forma que inhibiera la lluvia. Los culpables serían empresas automovilísticas que al parecer querrían evitar la caída de granizo y así evitar daños a sus vehículos, y en el caso de Puebla los reclamos fueron tales que el estado reformó una ley y prohibió la estimulación artificial mediante tecnologías de las nubes. Otros estados, sin embargo, se han visto beneficiados con la iniciativa, que algunos llaman mitad suerte y mitad ciencia: lo cierto es que la siguiente vez que algún mexicano un avión de la Fuerza Aérea atravesando el cielo, no debe sorprenderse si poco después comienza a llover.
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