Decenas de personas fallecieron y resultaron heridas tras declararse un incendio en un centro de detención de inmigrantes en el norte de México, cerca de la frontera con Estados Unidos. El incendio, uno de los incidentes más mortíferos en un centro de detención de inmigrantes en la historia del país, se produjo a última hora del lunes en un centro de Ciudad Juárez, al otro lado de la frontera con El Paso, Texas. Imágenes desde el lugar de los hechos mostraban ambulancias, bomberos y furgonetas de la morgue alrededor de las instalaciones cubiertas de humo con hileras de cuerpos tendidos bajo sábanas plateadas.

Al menos 39 personas murieron en el incendio y 29 heridos fueron trasladados a hospitales, informó el Instituto Nacional de Migración de México en un comunicado. El centro albergaba a 68 hombres adultos procedentes de Centroamérica y Sudamérica. La fiscalía general de México inició una investigación y tiene investigadores en el lugar, según los medios de comunicación. “Estaba aquí desde la una de la tarde esperando al padre de mis hijos, y cuando llegaron las 10 de la noche empezó a salir humo de todas partes”, declaró Viangly Infante, de 31 años y nacionalidad venezolana, a la agencia de noticias Reuters.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dijo que el incendio comenzó durante una protesta de los migrantes dentro de las instalaciones. “Pusieron colchonetas en la puerta del albergue y les prendieron fuego como protesta, y no se imaginaron que iba a causar esta terrible tragedia”, dijo a la prensa. Por su parte, Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional, pidió el martes por la mañana una investigación para esclarecer los hechos. La agencia nacional de inmigración dijo que “rechaza enérgicamente las acciones que condujeron a esta tragedia”, sin dar más explicaciones sobre cuáles podrían haber sido esas acciones.

Al parecer, las tensiones entre las autoridades y los migrantes se habían disparado en las últimas semanas en Ciudad Juárez, donde los albergues están llenos de personas que esperan una oportunidad para cruzar a Estados Unidos o que han solicitado asilo allí y están esperando a que finalice el proceso. En octubre, solicitantes de asilo, en su mayoría venezolanos, se amotinaron en el interior de un centro de inmigración de Tijuana, que tuvo que ser controlado por la policía y tropas de la Guardia Nacional. Un mes después, decenas de personas se amotinaron en el mayor centro de detención de México, en la ciudad sureña de Tapachula, cerca de la frontera con Guatemala. Nadie murió en ninguno de los dos incidentes.

La administración del Presidente estadounidense Joe Biden ha estado trabajando para frenar la oleada sin precedentes de personas que emprenden viajes a menudo peligrosos para llegar a Estados Unidos en busca de protección. Muchos huyen de la violencia de las bandas, la pobreza sistémica y otros problemas socioeconómicos en sus países de origen en América Central y del Sur, y afirman que no tienen otra opción que intentar llegar a Estados Unidos. Aunque Biden prometió revertir algunas de las políticas de inmigración más duras de su predecesor, Donald Trump, también ha mantenido la disuasión como un pilar clave del enfoque de su administración hacia la migración. En febrero, Biden propuso nuevas restricciones a los solicitantes de asilo, con la esperanza de sofocar la avalancha de personas que llegan a la frontera.

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