Los 8 mejores álbumes de Björk
Durante 46 años de carrera, Björk ha demostrado constantemente ser una de las voces más innovadoras e interesantes de la música moderna: tiene un estilo propio que ha influido en innumerables artistas desde FKA Twigs hasta Lady Gaga, y sigue siendo capaz de diferenciarse de aquellos a los que ha influido gracias a una reinvención estilística con cada álbum sucesivo. Sus discos contienen sus propias e inconfundibles narrativas, cada una de las cuales puede sostenerse por sí sola — Björk se ha aventurado de sonido en sonido mientras exploraba lo que significa existir en un mundo gigantesco, y el arco de su carrera se extiende desde los primeros experimentos con la música dance hasta una omnipresencia estilística innovadora, pasando por paisajes emocionalmente ricos, hasta llegar a lo desconocido.
Así que a través de nueve álbumes de estudio, Björk nos ha ofrecido una obra profunda, compleja y contradictoria que puede seguir desarrollándose durante un número incalculable de escuchas: la experiencia de escuchar todos sus álbumes de principio a fin es única, pues nos deja de fascinación, admiración, desconcierto y un millón de emociones. Sus mejores álbumes consiguen ser complejos y aventureros al tiempo que se mantienen conceptualmente sólidos, una tarea difícil para una artista con ambiciones de tan largo alcance. Hoy, nos dimos a la tarea de ordenar sus discos por orden de genialidad; una tarea difícil pero satisfactoria que compartimos con la selección de nuestros lectores.
8. Medúlla (2004)
Medúlla es quizás el álbum más polarizante: su instrumentación central es lo que normalmente seduce o disuade al que lo escucha por primera vez, pues aparte del uso ocasional de un gong o un piano, todas las canciones están construidas enteramente con voces humanas. Además es una producción fuerte en el aspecto emocional gracias a temas como Submarine, Triumph of the Heart o Where is the Line?, que tienen un hilo temático de vuelta a lo básico, y conforman uno de los álbumes más alegres del catálogo de Björk.
7. Volta (2007)
Incluso para los más escépticos, Volta es un disco bastante agradable: es un retorno de Björk un tanto retorcido a un sonido más apto para la pista de baile. La producción de Timbaland da al disco un aura pop más multicromática que los tres álbumes anteriores, Medúlla, Vespertine y Homogenic: desde los afilados arreglos del bombástico comienzo Earth Intruders hasta las abrasivas texturas industriales de Declare Independence, Volta es un regreso a la forma para la cantante islandesa después de Medúlla.
6. Biophilia (2011)
El séptimo disco de Björk, Biophilia, trata de unir las diferencias entre la tecnología y la naturaleza: sobre el papel es un concepto fantástico, pero en realidad Biophillia no es necesariamente uno de los favoritos de sus fans pues para muchos carece de la delicadeza de sus trabajos más etéreos o de la intensidad de sus discos más accesibles. Compuesto parcialmente en una tablet y lanzado en una serie de apps, destacan como Crystalline o Hollow en sus composiciones.
5. Vulnicura (2015)
Lanzado en el 2015, Vulnicura es una obra desoladora centrada en el desamor, que sirve como línea de tiempo de las muchas fases de la separación de Björk de su pareja Matthew Barney. A lo largo de este disco, los sesgados ritmos electrónicos de Arca se arrastran por la mezcla creando un paisaje que desgarra el corazón. A veces en convivencia, pero a menudo en conflicto, la cabeza y el corazón de Björk libran una guerra en torno al cuerpo del álbum, creando uno de los discos más demoledores de la década.
4. Post (1995)
Partiendo de las bases establecidos por Debut, en su segundo álbum Björk pinta paisajes de la naturaleza con una sensación de asombro infantil. Con una instrumentación muy amplia, gracias a la producción de la leyenda del trip hop Tricky, el disco alberga singles icónicos como It’s Oh So Quiet, Army of Me y Hyperballad, una de las mejores canciones de amor de los 90. A menudo imitado pero nunca emulado, este álbum merece su estatus entre las grandes producciones de Björk.
3. Homogenic (1997)
A menudo aclamado como su obra maestra (y con razón), Homogenic ve a Björk alejarse de sus raíces pop para un LP abstracto: cuerdas inquietantes e inmediatas atraen al primer tema, Hunter, que se enreda en los turbulentos ritmos de la batería. Aquí Björk adopta el trip hop con una mentalidad futurista, creando una colección prístina de temas e himnos hermosamente interpretados. Con un enfoque más agresivo de la percusión que otros lanzamientos electrónicos de la época, y es sin duda una victoria atemporal del futurismo y un elemento básico en la discografía de Björk.
2. Debut (1993)
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Con Debut, Björk se estableció en la conciencia pop con esta carta de amor a la vida, y el estilo trip hop del álbum la puso en compañía de artistas como Portishead y Massive Attack, pero la separó del resto por tener una visión mucho más optimista del género. Desde las primeras notas de Human Behavior, Björk lleva al oyente a un paseo a través de una colección de canciones de amor escritas en su mayoría años antes de la publicación del álbum, algunas cuando era adolescente. Rebosante de las peculiaridades y características que ahora son sinónimo de su música, es una perfecta introducción a la artista.
1. Vespertine (2001)
Un microcosmos condensado de la discografía de Björk, Vespertine es uno de esos álbumes perfectos de principio a fin: los suaves glitches y los pulsos serenos de este disco íntimo, sensual y limpio podrían parecer ingenuos o simples si se ponen al lado de la complejidad de su reciente trabajo con la productora Arca, pero Vespertine sigue siendo uno de los discos definitorios de Björk gracias a la fuerza de su composición. Unison es una de las grandes baladas del trip-hop; It’s Not Up to You tiene una belleza arrolladora, y Pagan Poetry sigue siendo un tema icónico: con la infantería de la producción de Matmos, el álbum es una deliciosa fusión de IDM y art pop.
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