Lollapalooza Chile 2019 — Day 3: La pista y los escalofríos del corazón

Las emociones fuertes se tomaron el cierre del espectáculo musical más multitudinario de la capital chilena y uno de los que entró en la fase de aclimatación al formato de tres días. Sam Smith y Troye Sivan triunfaron desde la sensibilidad, los Arctic Monkeys y St. Vincent como estrellas de rock que encajan en cualquier estado de ánimo, mientras que Rosalía, C. Tangana, The 1975 y Parcels ignoraron la calma antes de que este Lolla cumpla una década.
Polimá Westcoast: Trap es cultura
Por José Frías
Con un retraso de diez minutos, comenzaba a llenarse de a poco el Perry’s Stage en el primer show del día, a cargo de uno de los traperos más llamativos del momento: Polimá Westcoast. El joven de 21 años, de descendencia angolesa, tiene una corta, pero muy prometedora carrera cargada de hits que reventaron el Movistar Arena.
Con gran ritmo y soltura, Polimá se movió por todo el escenario, corriendo de arriba abajo, interactuando con el público y entonando el autotune de los nuevos éxitos del momento como Te Quiero Ver y Esto No Es Una Canción de Amor, junto a su amigo y colega Young Cister.
Más adelante, en solitario, interpretó un verdadero himno de los sad boys con Brokeboi, para finalizar con lo que todos estaban esperando: la entrada de Pablo Chill-E en My Blood, que desató el total desenfreno de los jóvenes en el lugar.
Una presentación que demuestra el gran crecimiento de los trapers chilenos, que al igual que DrefQuila y Gianluca, la rompieron entre tanto salto y coro. “¡Antes tocábamos en clubes y ahora estamos en el Lollapalooza!”.


Parcels: Diversión a bordo
Por José Frías
A eso de las 15:30, bajo un incesante sol, aparecían Parcels listos y dispuestos para comenzar la fiesta en el Acer Stage. El debut del quinteto australiano comenzó con la electrizante Lightenup”, perteneciente a su exitoso álbum homónimo del año pasado. Inmediatamente, se encendió la pista de baile.
Un sonido pulcro, adornado por el juego de cuatro voces de Patrick Hetherington (guitarra y teclados), Louie Swain (teclados), Noah Hill (bajo) y Jules Crommelin (guitarra), sin dejar fuera el constante ritmo de Anatole “Toto” Serret (batería). Llegó su mayor éxito radial, Tieduprightnow, que sus seguidores cantaron verso por verso, en la que hicieron sus mejores coreografías.
El final estuvo a cargo de Overnight, que terminó con un gran cierre en donde cada integrante de la banda se fue retirando del escenario hasta que solo quedó el carismático Patrick luciéndose con un espectacular solo de teclado, para nuevamente volver a escena y regalar un último shock de energía.



Troye Sivan: Como estar en casa
Por Catalina García
“Por si no es obvio para ustedes, soy gay. Me pone orgulloso ver todas esas banderas de pride en el público”. Con estas palabras, Troye confirmaba lo que en un principio fueron sólo expectativas. Este era un show por y para la comunidad LGBTIQ+.
A primera vista era posible ver un exceso de juventud, por lo que Seventeen” calzó perfectamente como punto de partida. Introduciendo Heaven, Troye Sivan contó lo importante que era para él esta canción, que fue escrita cuando decidió contarle a su familia sobre su condición sexual. A partir de ahí se formó un ambiente íntimo.
Sacando provecho de la confianza generada con el público, el joven de 23 años se sacó los zapatos y cambió su vestuario a uno algo más desatado.
“Les sugiero que hagan un grupo en Facebook entre ustedes para que la próxima vez nos veamos todos de nuevo”, fue la frase con la que Troye pactó su complicidad con el público chileno. ¿Habrá sido esto un guiño de un eventual regreso? Eso está por verse.



C. Tangana: Antes de morirme
Por Homero Ramírez
El debut de C. Tangana en un Lollapalooza Chile arrastró a la masa hasta el Lotus Stage, y desde el primer minuto de retraso la ansiedad se hizo esperar. Fueron diez, once, casi la misma cantidad de canciones que luego interpretó, y que nadaron por el rap, el trap, el pop, el R&B, el romanticismo del flamenco. Es ritmo urbano mainstream que rompe números, pasaportes y que recorre toda la faceta no independiente del último alter-ego de Antón Alvárez Alfaro.
El madrileño de 28 años le canta al lujo, el sexo y las drogas, se expande sobre su escalada al reconocimiento mundial y somete al baile a Santiago, su wingman en cada verso. Y como maneja los estilos a su antojo, hoy lo que le resulta más contemporáneo es su cúmulo de mezclas de Avida Dollars, mixtape que incluye el capítulo final de los 45 minutos de presentación, Llorando en la limo, con el auto-tune que a 2019 ruega por ser considerado un instrumento más.
Antes de morirme quiero ver más de 45 y escuchar Antes de morirme, porque C. Tangana anuncia, entre pistas, que vienen solo hits, y deja fuera el de más renombre a nivel mundial, el que le da el título a esta reseña y que corresponde a su época creativa junto a Rosalía. Escribió todo el guion aunque pide que la audiencia lo haga por él. No quedaron dudas: hay que volver a celebrar al ritmo de Cuando me miras y Pa’ Llamar Tu Atención.



Foals: El sonido de la madurez
Por José Frías
No fue una primera vez. La banda ya ha venido a nuestro país en varias ocasiones. Esta vez, la cita fue en el Banco de Chile Stage, cerca de las 18:00 horas, justo cuando el sol te pega directo en la cara. El álbum que los trajo de vuelta es su último lanzamiento Everything Not Saved Will Be Lost – Part 1 (2019), que resultó ser un soplo de madurez y experimentación musical de otro nivel.
Partieron enérgicos con Mountain At My Gates, un clásico del disco anterior, el que dio paso a On The Luna donde se pudieron presenciar los primeros jugueteos del nuevo sonido, cargado de influencias más electrónicas. Luego, los primeros hits de la tarde: Olympic Airways y My Number. Éstos convirtieron la cancha en la mejor pista de baile del Parque O’Higgins.
Acercándose al final del show, soltaron lo más pesado de su discografía: la caótica perfección de Inhaler y la primitiva What Went Down, con un Philippakis dando arañazos a la guitarra en un juego de ruido y armonía, para terminar con Two Step, Twice en un escala de intensidades que provocó el alboroto de los fanáticos más adeptos.
Rosalía: Buenamente
Por Catalina García
A un año de la fama explosiva que recibió gracias a su álbum El Mal Querer, la barcelonesa hizo su debut en Latinoamérica de la mano de Lollapalooza. Las ansias existían desde hace mucho antes. La confirmación de la artista dentro del line up del festival era un trámite. Su visita, inminente.
Siendo las 17:30 horas, los más devotos ya se encontraban pegados a la reja del Acer Stage. Mejor prevenir que curar, y el caos que ocasionó Paloma Mami en el Lotus sirvió de lección para algunos fanáticos, quienes esperaron a Rosalía con mucha anticipación para tener un lugar privilegiado.
Resulta complejo describir con palabras lo que transmitió con su cuerpo de baile, ella y su voz. La cantautora domina el concepto de espectáculo. Llama la atención su propuesta: teatral, con matices y de energía desbordante. Pese a no ser headliner, el show de la Rosalía estuvo a la altura de los nombres que aparecieron con letras grandes en el cartel del festival. Lo de la catalana es sólo un futuro promisorio, que ya cosecha frutos en el presente.


The 1975: Al borde de otro salto
Por Homero Ramírez
Con Matty Healy como actor principal, desde 2013 los de Manchester cuentan con un fandom y Chile no esquivó un fenómeno que suma millones de ventas por el mundo, varios singles bien posicionados y giras por el orbe con electropop y paréntesis de piano, más instrumentos de salón y coros de primer nivel cuando el frontman interactúa con el público.
Era un éxito seguro: los tres álbumes número uno están a punto de recibir a su cuarto hermano, Notes on a Conditional Form, y para ‘despedir’ la gira del anterior, A Brief Inquiry into Online Relationship se tomó en serio el que quizás sea su último año de protagonismo. Al genio de Healy se le acumularon las ovaciones cerradas. El karaoke de una hora hizo rememorar su visita de hace dos años, con She’s American, Somebody Else, The Sound, Chocolate, Robbers y Sex oficiando de obras consagradas.


Sam Smith: Perdona si te hago llorar
Por Catalina García
Los domingos suelen ser algo más melancólicos en comparación al resto de la semana. Tal vez sea su cercanía al día lunes o la calma que suele asociarse al fin de semana. Pero en esta ocasión hubo un motivo especial: la visita de Sam Smith a nuestro país.
Dancing With A Strangers fue un poco de baile antes del llanto. I’m not The Only One no tuvo piedad y los corazones rotos se hicieron notar a costa de gritos desgarrados. Sam Smith sí que sabe moverse en el escenario. Le coquetea al público con sutileza y dice todo lo que ellos quieren escuchar: que se siente bien aquí, que los ama, que Chile se ha portado bien con él. Los asistentes no hacen más que retribuirle con toda la energía posible después de tres días de música non stop.
En definitiva, el británico sabía qué era lo que Lollapalooza quería. Repasó éxitos y resaltó una que otra joya oculta en su repertorio. Lágrimas escurridizas corrieron por las mejillas de algunos de los espectadores en canciones como Too Good At Goodbyes y Like I Can. Así concluyó uno de los shows más sensibles de las tres jornadas.


St. Vincent: Girl Power
Por José Frías
Annie Clark, a.k.a St. Vincent, aparecía entre la oscuridad del escenario con un vestido negro y una guitarra de leopardo de espaldas al público. Comenzaban a sonar los beats de fondo, se dio la media vuelta y se acercó al micrófono para interpretar Sugarboy. No había retorno: se apoderó del Acer Stage.
Todo el mundo observaba su sofisticado estilo, belleza y experticia mientras toca una a una las canciones de su alabado Masseduction (2017), acompañada de una cuidada escenografía de imágenes y colores brillantes.
Pills, Savior y Masseducation sonaban de forma estridente en una dualidad dulce/agresiva que demuestra con su guitarra, la que además de ser un accesorio de su show parece ser una extensión más de su cuerpo.
Aprovechó de tocar clásicos como Digital Witness y Marrow para aquellos nostálgicos que aún recordaban su primera presentación en Lollapalooza Chile 2015. Ya llegando al final, New York fue el broche de oro, con una interpretación que hizo cantar a todo el público con gran ímpetu. Una artista poderosa, virtuosa y seductora. Una diosa del rock.



Arctic Monkeys: El recital completo
Por Homero Ramírez
Así termina la fiesta. Con Alex Turner de traje, con todo el Lollapalooza en una cita íntima por el recorrido de una rica trayectoria de seis álbumes y 23 sencillos que se le impregnaron como tatuajes a los fanáticos del rock del siglo presente. El idilio con el territorio es vigente y nadie le escapa a las letras del AM.
Son los Arctic Monkeys y hay tanto de dónde sacar música que antes de que entren a escena ya sabemos que nos vamos a perder varias que venimos tarareando. De cada una de las producciones hay, al menos, dos éxitos. Los recuerdos de la época más hard y garage nacen y I Bet You Look Good on the Dancefloor acaba con el sentimiento de calma.
Turner se suelta. En su tercer encuentro con Chile lo está haciendo por primera vez. Escarba en lo más profundo del Humbug con Cornerstone, Crying Lightning y Pretty Visitors, casi consecutivas y punzantes hasta lo más profundo. Y los finales se extienden, y las virtudes de cada músico se aprovechan con jams y nuevos sonidos. Library Pictures presenta una versión evolucionada. 505, una de gala. La reconstrucción del historial. Las nuevas canciones, de paso, retienen a los nuevos fanáticos de su postura de glam y atan a los que les habían perdido los pasos a los Arctic Monkeys.


Aquí no hace falta nada: ya nos sacudimos de la euforia a la pena y viceversa tantas veces. Ahora es casi medianoche. Lollapalooza está consumado y los fuegos artificiales recordando que en el lugar de siempre, con el nivel y la sorpresa necesarios para salir conformes, la odisea de 17 años de escenarios que partió en High Green, allá por Sheffield, aportó otro broche ideal. El noveno.
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