Lollapalooza Chile 2018, Day 1: Viernes de jerarquía y repertorio

La única jornada sin problemas de sonido ni cambios de horarios brilló porque las bandas elegidas para protagonizar tenían un repertorio amplio y seguro. De a poco fue subiendo la intensidad, con los Ego Kill Talent ganándole al calor extremo con su hard rock brasileño en inglés como primer plato requerido por una multitud. Los Zoé, con psicodelia, habían inaugurado el cartel de números internacionales en los escenarios principales, y Pearl Jam dijo adiós entre fuegos artificiales: Inauguración ideal de la octava versión.
En este resumen del primer día, nuestros corresponsales José Torres y Homero Ramírez nos cuentan cómo se vivió el primero de tres días de Lollapalooza entre beats, sudor y una audiencia hambrienta de música.
Milky Chance: Power indie y canciones en busca de la efectividad
Por José Torres

Milky Chance @ Lollapalooza Chile 2018. Fotografía: Mila Belén para mor.bo

Milky Chance @ Lollapalooza Chile 2018. Fotografía: Mila Belén para mor.bo

Milky Chance @ Lollapalooza Chile 2018. Fotografía: Mila Belén para mor.bo
Cuesta imaginarse a bandas como Milky Chance fuera de un hábitat como es un festival de las características de Lollapalooza. Pareciera que esta especie de power indie, tan lleno de ribetes efectistas, hubiera nacido para ser parte de este tipo de instancias donde el ánimo está a un empujón de estallar en euforia.
Y esta no es una reseña de ánimo completamente negativo. Los alemanes definitivamente manejan a la perfección la fórmula de sus canciones y logran un gran sonido en base a bajos profundos y melodías pegajosas que van ascendiendo hacia algo parecido al momento en que los DJs “sueltan el bajo”. Ese donde todo sube en un efecto que entusiasma físicamente y luego se repite en la siguiente canción y en la que viene después de esa. Sucesivamente.
De todas formas, el dúo convocó a un gran número de personas que corearon y bailaron varias de las canciones. Los hits Stolen Dance, Cocoon y Doing Good fueron de los puntos más altos en una presentación que se asentó en el efecto de euforia fiestera que reinaba a esa hora y que culminó como una grata experiencia para todos los fans que esperaban la oportunidad de vibrar con sus canciones favoritas.
Volbeat: La necesidad
Por Homero Ramírez

Volbeat @ Lollapalooza Chile 2018. Fotografía: Lukas Cruzat para mor.bo

Volbeat @ Lollapalooza Chile 2018. Fotografía: Lukas Cruzat para mor.bo

Volbeat @ Lollapalooza Chile 2018. Fotografía: Lukas Cruzat para mor.bo

Volbeat @ Lollapalooza Chile 2018. Fotografía: Lukas Cruzat para mor.bo
En la edición 2018 de Lollapalooza Chile, el primer gran número de la ACER Stage fue Volbeat. Los daneses se encargaron de recordarle al público que optó por “la opción B” (que plantea la producción a los asistentes que deciden saltarse a los platos fuertes) que ellos eran la alternativa heavy del festival. O al menos del día de apertura. Y que siempre se necesita algo de rock.
Encima del calor que hacía, la euforia que causó el show de los residentes en Køvenhavn provocó una tormenta de tierra que a algunos poco les importó y a otros los terminó por colapsar. Arriba del escenario, los cuatro cortos elegidos desde Seal The Deal & Let’s Boogie estructuraron a los éxitos que, con pinzas, rescataron desde cada uno de sus anteriores discos, en casi una hora.
Still Counting se re-confirmó como el éxito máximo y en Sad Man’s Tongue, Michael Poulsen apostó por un snippet de Johnny Cash antes de hacerlos corear a todos con el éxito de Rock the Rebel / Metal the Devil (2007), donde usó, por grandes tramos, dos guitarras debido a la transición de intensidades desde la intro (Ring of Fire, 1963). Consistentes, prometieron volver el próximo año al país donde se ganan su espacio.
David Byrne: Eterna juventud
Por José Torres

David Byrne @ Lollapalooza Chile 2018. Fotografía: Mila Belén para mor.bo

David Byrne @ Lollapalooza Chile 2018. Fotografía: Mila Belén para mor.bo

David Byrne @ Lollapalooza Chile 2018. Fotografía: Mila Belén para mor.bo
¿Qué se puede decir de David Byrne? Probablemente ya se ha dicho todo, o casi todo. Que fue la voz y la mente detrás de Talking Heads, esa banda inclasificable que por sí sola es un pedazo de historia de la música inglesa y que además tiene en su estantería a uno de los mejores discos en vivo que se haya lanzado, Stop Making Sense de 1984, una pieza de arte no solo por su sonido sino que además por su increíble puesta en escena. Que además tiene por su cuenta colaboraciones con músicos como Brian Eno, St. Vincent, Caetano Veloso y un largo etcétera. En fin, de ese tamaño era la figura que se presentó en el Itaú Stage ante menos gente de la que se esperaría para un personaje de tal magnitud. Algo que fue solo un detalle que no afectó en lo más mínimo un show de muy buena factura.
El músico se presentó junto a una banda que se encontraba completamente de pie. Guitarras, bajo, percusiones y teclado, once personas en total sobre el escenario, todas vestidas de la misma forma. Los instrumentos que suelen estar en el suelo, esta vez estaban colgando con correas desde las espaldas de los músicos. No tuvo un segundo de inercia. Todo fue movimiento.
Es difícil describir en pocas líneas lo que hizo David Byrne sobre ese escenario. En pocas palabras, el inglés nos llevó a todos a cruzar por sus canciones con la misma energía que alguien de 20 años. El concierto fue un repaso de su más reciente álbum American Utopia, en donde continúa con su vocación de eterna experimentación pero siempre muy apegado a lo melódico y que en muchos casos llama a la pista de baile. Everyday Is a Miracle, I Dance Like This y Everybody’s Coming to my House fueron prueba de la vigencia que aún tiene Byrne a sus 65 años.
Y como si fuera poco, el músico despachó clásicos de Talking Heads como This Must Be The Place, Burning Down The House y Once In a Lifetime. La conclusión solo apunta a que fue un concierto casi perfecto, con una gran puesta en escena, un gran sonido y, por supuesto, canciones infalibles.
The National: Instrucciones para la catarsis perfecta
Por José Torres

The National @ Lollapalooza Chile 2018. Fotografía: Mila Belén para mor.bo

The National @ Lollapalooza Chile 2018. Fotografía: Mila Belén para mor.bo

The National @ Lollapalooza Chile 2018. Fotografía: Mila Belén para mor.bo

The National @ Lollapalooza Chile 2018. Fotografía: Mila Belén para mor.bo

The National @ Lollapalooza Chile 2018. Fotografía: Mila Belén para mor.bo
Lo de The National fue algo de combustión lenta. El quinteto de Cincinnati encendió las primeras luces de su presentación desde una aletargada tristeza y se tomó su tiempo para llegar un clímax, uno que nunca fue definitivo. La banda fue acrecentando su energía a medida que pasaba el tiempo y se valió de su álbum más reciente, Sleep Well Beast del año 2017, para construir una presentación que luego desembocó en varios momentos de alta potencia.
El relato del show fue construido desde la versión más delicada de su sonido. Nobody Else Will Be There, The System Only Dreams In Total Darkness y Don’t Swallow The Cap, más otras tres canciones pertenecientes a su último disco, todas de un temperamento bastante melancólico. Casi la mitad del setlist transitó sobre la tensa calma que provocaba la profunda voz de Matt Berninger, una que parecía siempre a punto de explotar pero que solo al final se dejó ir en pos del ruido y la distorsión.
Los momentos en que Berninger decidió romper con la tensión fueron de lo mejor que se vio durante el primer día. El frontman pareció pasar de primera a quinta marcha en pocos segundos cuando su voz y su cuerpo estaban listos para subir el volumen. Así llegaron Squalor Victoria y Mr. November: el vocalista simplemente se soltó y arrojó toda su fuerza sobre el micrófono.
El final llegó con Terrible Love, cuando ya el ánimo estaba por el cielo. Y dejó con ganas de seguir por un par de canciones más. Quizás esa era la búsqueda de la banda, subir la temperatura lentamente hasta llegar a lo más alto, para luego decir adiós. Una lógica un poco cruel para quien se encuentra en el papel de espectador, pero con un gran efecto emotivo sobre el público. En el sentido que atañe a la forma de manejar a la audiencia hacia una catarsis, claramente lo mejor de la jornada fue The National.
LCD Soundsystem: Bailemos
Por Homero Ramírez

LCD Soundsystem @ Lollapalooza Chile 2018. Fotografía: Mila Belén para mor.bo

LCD Soundsystem @ Lollapalooza Chile 2018. Fotografía: Mila Belén para mor.bo

LCD Soundsystem @ Lollapalooza Chile 2018. Fotografía: Mila Belén para mor.bo
James Murphy y equipo fueron sutiles, delicados, dedicados, impecables y exitosos en su segundo paso por Chile (como banda, claro, porque el frontman tenía anotado un DJ set de 2011). La similitud de todas las visitas es que acá siempre manda la vanguardia en la electrónica. En el contexto Lollapalooza Chile 2018, los devolvía al país el American Dream, imprescindible producción del año pasado.
Los múltiples teclados, sintetizadores, la percusión infinita y la voz de Murphy generan un ambiente único. Especial. Y todo es un éxito cuando en tu manga tienes guardadas a Oh Baby, Daft Punk Is Playing at My House y I Can Chance para arrancar el espectáculo y dejarlos a todos felices y eufóricos encima de una verdadera pista de baile. Nancy, una especialista. Ejecución perfecta.
Luces, alegría, añoranzas. También sonaron Someone Great, Movement, Tribulations, Get Innocuous!, Yr City’s A Sucker — épica — y Dance Yrself Clean. Todas se iban sucediendo y frente a ellas había una marcha donde la consigna era bailar. Los de New York jamás se vieron apremiados por la responsabilidad de armar la fiesta.
Pearl Jam: En sus términos
Por Homero Ramírez

Pearl Jam @ Lollapalooza Chile 2018. Fotografía: Lukas Cruzat para mor.bo

Pearl Jam @ Lollapalooza Chile 2018. Fotografía: Lukas Cruzat para mor.bo

Pearl Jam @ Lollapalooza Chile 2018. Fotografía: Lukas Cruzat para mor.bo

Pearl Jam @ Lollapalooza Chile 2018. Fotografía: Lukas Cruzat para mor.bo
Pearl Jam repletó el Movistar Arena. Porque la demanda de entradas era impresionante, la producción puso a la venta las tribunas que le ven la espalda a los músicos. Treinta canciones a mitad de semana y otras 24 en un Lollapalooza que los vuelve a convocar para cerrar una noche. Parecida a aquella de 2013, cuando les tocó salir al escenario luego de un día de música con público afín y cercano al rock: Queens of the Stone Age, The Hives, Kaiser Chiefs, Two Door Cinema Club, Los Tres, Foals, Passion Pit, Alabama Shakes, The Temper Trap. Esos “espejos” ahora fueron Volbeat y The National. Pero ante el público que sea, Pearl Jam es éxito seguro en Chile. Y Miguel, el guitarrista, se luce con secuencias muy potentes.
Pearl Jam también repletó el Parque O’Higgins. Transitar por esa cancha era imposible para los que decidieron quedarse hasta el final en LCD Soundsystem. Y el set inicial que presentaron tres días antes, Vedder y los suyos decidieron cambiarlo casi por completo. Salvo Even Flow, que inicialmente tampoco iba, y algunos hits aislados, todo fue novedad en esta nueva cita. Los que vieron ambos conciertos quedarán con el recuerdo de que escucharon muchísimas canciones diferentes. Y también que pudieron vibrar dos veces con Can’t Deny Me, muy especial y estrenada en vivo en Chile, Last Kiss, Better Man y Alive. Lo contrario pasó con Jeremy, Yellow Ledbetter y Black. Las dos primeras solo se guardaron para el festival y la última fue la más extrañada el viernes. Ellos mandan, todo es en sus términos y ellos cierran a ese parque que con ellos vive un idilio. Y Eddie irá por piscolas.
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