Lady Gaga
Mayhem

La categoría es: baila o muere. Un mensaje, un hit, un desafío y una fecha: el 7 de marzo como deadline para tomar una decisión. Así funciona la teatralidad de una de las figuras más importantes del mundo de la música pop actual: Lady Gaga. Una artista que no necesita presentación. Hace casi 20 años que revolucionó el universo de la música pop con canciones como Poker Face o Paparazzi, con su capacidad para crear impresionantes estribillos, y para romper con el imaginario convencional de las estrellas femeninas del pop en la primera década de 2000. Con la llegada de Gaga la rareza, lo freak, lo geek o lo ridículo son conceptos que la cantante reintrodujo en un terreno necesitado de reinvención visual. Con Born This Way firmó uno de sus mejores discos hasta la fecha, incluyendo por primera vez en la historia las palabras “lesbian, gay, bi, transgender” en una canción, y dedicando el disco a sus famosos fans: los Little Monsters. Después llegaron el controversial Artpop, Joanne y Chromatica, discos más experimentales donde su talento como compositora y productora seguía intacto, pero con menos éxito y conexión con el gran público.
Su faceta como figura pública y su valentía a la hora de hablar de salud mental, dolor crónico, abuso sexual y otras cuestiones de la vida personal la han convertido en una de las estrellas con mayor carácter político en estos contextos en EE.UU. Su mítica actuación en los VMAs de 2019 en la que comenzaba a sangrar, el vestido de carne, su aparición dentro de un huevo gigante en los Grammys en 2011, su aportación al mundo del cine musical (Shallow es una de las mejores canciones escritas en esta última década), o su residencia artística con Marina Abramović son solo algunos de los momentos que la artista nos ha dado en los últimos años. Hace una semana se publicaba Mayhem, su séptimo disco de estudio con una gran expectativa: ¿sería capaz de darnos ese disco de dark pop que no terminaba de llegar? La respuesta es afirmativa. Con Mayhem, Lady Gaga nos entrega uno de los mejores discos de su carrera. Y con su publicación ha conseguido, de nuevo, generar un acontecimiento de nivel mundial. Y esto es importante subrayarlo: el hecho de que Lady Gaga haga música principalmente para chicas y maricas supone que el impacto de lo nuevo en su música se convierta en una efeméride, que jamás obtendrá el reconocimiento cultural que reciben los grandes eventos hechos por y para hombres. Puede sonar lejano, pero en Mayhem, además de una encadenación de increíbles canciones, vive presente el matiz y la manifestación de que hay una mujer joven haciendo arte para las clases populares.
El disco comienza con Disease, uno de los mejores singles que Gaga ha presentado jamás, y que discretamente se ha convertido en la canción de culto del disco. Una forma de hablar de la música como la medicina de su caos; ese momento en el que acepta enfrentarse a su parte más tóxica y entender que forma parte de ella. Y es que en Mayhem hay mucho de aceptación, de rendición y de celebración. Tras ganar el Grammy a Mejor Dúo Pop en la 67ª edición de los premios por su canción Die With a Smile con Bruno Mars, incluida en el disco, la artista lanzó durante los anuncios de la gala el single y video Abracadabra. Ese fue el gesto que encendió la chispa de la increíble explosión que Mayhem produce. Un tema compuesto en sintonía a los acordes de Bad Romance, con sus características onomatopeyas (Morta Ooh Ga Ga). La Lady Gaga de The Fame Moster revivía para el deleite de sus fans, con una canción tan espectacular (todo suena a estribillo) como ésta, y con un impecable video donde da continuidad a la retórica de enfrentarse a los fantasmas de une misme: Save me from this empty fight / In the game of life. Para Mayhem, Lady Gaga puso en su mesa de trabajo vocoders, beats muy duros, ambientes oscuros, atmósferas ochenteras, influencias rock y disco, un cuaderno lleno de ideas, y su talento para crear canciones inescapables. Puro maximalismo seña de la casa: bangers y bops que aprueban con sobresaliente. Principalmente, nos encontramos un disco en el que la artista consigue recoger su estilo y aplicarlo a los géneros que le han influenciado a lo largo de su carrera. Garden of Eden es la primera canción nueva que nos encontramos y ya trae todos los elementos que necesitamos: una narrativa basada en un cuento bíblico donde el juego de la seducción se produce en la pista de baile (dj hit the lights!) y Gaga se entrega a sus “ohhhh” tan característicos y su clásica aliteración t-t-t-t-t-take you to the garden of Eden. El estribillo es irresistible, es un virus que no sale del cuerpo fácilmente.
Repasar tu historia para crear algo nuevo cuando eres una popstar supone detenerte un concepto, en su caso ya trabajado, como es la fama. En esta ocasión se personifica en Perfect Celebrity; un medio tiempo rockero reminiscente de Nine Inch Nails, y en un fondo dreamcore en el que Gaga canta: I’ve become a notorious being / Find my clone, she’s asleep on the ceiling / Now, can’t get me down / You love to hate me/I’m the perfect celebrity. Las canciones sobre la fama están muy vistas, pero es interesante ver una observación nueva sobre el efecto que produce en el público. En Vanish Into You se empieza a sospechar que estamos ante un gran disco, que no da tregua, y que refuerza esa principal habilidad de Lady Gaga como compositora y productora. La artista está enamorada (y comprometida con Michael Polansky) y su sentimiento se exalta en este tema: It was cold in the summertime / We were happy just to be alive. Suena más postapocalíptica que cualquier tratado filosófico, rememora cómo entendíamos la felicidad en tiempos anteriores, con menos preocupaciones.
En Killah, junto al dj y productor francés Gesaffelstein, la artista homenajea a nivel técnico a Prince, usa un sampler de Fame de David Bowie, y retrata a un personaje en control de la seducción, con una ejecución metafóricamente impecable y donde el noise cobra un significado distinto. Ya lo hizo en Poker Face, en G.U.Y., o en Sexxx Dreams, y aquí de nuevo controla la dinámica de sus relaciones y su rol en ellas, siempre presentándose como sujeto y no objeto, siendo una absoluta jefa que canta I’m a killah / And, boy, you’re gonna die tonight. Una total subversión de la retórica del ligoteo con una profundidad tremendamente oscura (y política). En Zombieboy bailamos de nuevo en la pista, de nuevo jugando con elementos de historias sobre monstruos y zombies, solo que aquí destella el talento de crear una canción donde el bajo es la columna vertebral de su propuesta disco donde suenan campanas, beats y riffs con astucia. Podríamos describirla como la banda sonora original de The Rocky Horror Picture Show si se hubiera creado en 2025. Lovedrug alimenta este estilo: Lady Gaga posiciona los ítems de su imaginario en sintonía con su intuición para la música pop, consiguiendo hacer sonar su música sucia e impoluta a la vez. Monstruos, drogas, asesinatos, nostalgia, fama… No es casualidad que en su relato (basado en pesadillas que la artista ha descrito en diversas entrevistas como “sueños góticos”) se den elementos de la realidad del universo social-afectivo que vivimos, y es precisamente esa rareza que la artista re-introdujo en el pop internacional en 2008 la que hace de su narrativa una con óptica de terror y que da sentido a lo que es el dark pop. Bailar como un acto de resistencia, de superación de vivencias desagradables, entregarse a la felicidad para sobrevivir: I don’t wanna feel, I don’t wanna cry / So I’m gonna dance until I feel alright / I just need a dose of the right stuff / I just need a hit of your love drug, lamenta con artificio en Lovedrug.
El disco flojea un poco al llegar a How Bad Do U Want Me, que referencia a su propio Eh, Eh (Nothing Else I Can Say) de 2007. Es interesante el juego léxico del tema; ¿Cuánto me quieres? ¿Cuán mala me quieres?. En Don’t Call Tonight ocurre algo parecido, baja un poco la calidad, pero en sintonía funciona a la perfección con el disco. La canción es un mecanismo de defensa del amor que no nos conviene: Don’t call tonight, unless you wanna hurt me / I can hear everything you’rе sayin’ from here. Si hay que señalar un problema con Mayhem es su tracklisting. O quizás un reto, el orden de las canciones siendo otro sí daría más aire y luz a algunas canciones como estas dos.
Llegamos a la parte final del disco con Shadow of a Man, y resulta que Gaga tan sólo había parado para coger aire. Está claramente inspirada en el sonido de las canciones de Michael Jackson de finales de los 80, sólo que aquí hay sintetizadores y una percusión acelerada, una voz desgarrada, un estribillo que te asalta y te revoluciona. Es sin duda una de las mejores canciones del disco, y de su carrera. I don’t wanna fade into the darkness tonight / Show me the light / Watch me, I swear I’ll dance in the shadow of a man dice en el estribillo, hablando claramente sobre su experiencia en la industria musical, con una negativa a hacerse pequeña ante la dificultad de trabajar con hombres y todo lo que supone, dispuesta a bailar a pesar de todo, y demostrar su valía.
The Beast nos acerca al final, otra demostración de que Lady Gaga es un estilo asentado y reconocible. Con una épica que recuerda a la de Paparazzi, Gaga posiciona el sentido del humor en historias que en el pop se han narrado desde otros géneros. Nos habla sobre una bestia que bien podría ser el hombre lobo jugando de nuevo con la imagen de una relación. I wanna watch you turn tonight / I wanna feel the beast inside, canta dramáticamente en una balada guitarrera que refuerza su propuesta visual e imaginativa. Es imposible no soltar una gran carcajada ante la genialidad de cantar en un medio tiempo Last week, you left somebody dead, you’re so misunderstood. Blade of Grass nos anuncia el final del disco; dedicada a su prometido, al que le respondió que podía pedirle matrimonio con una brizna de hierba ante su pregunta. Una preciosa canción de amor que deja dudas sobre el verdadero significado de grass, pero la certeza de que la artista ha encontrado a un aliado y amigo con el se siente amada y cuidada (I’ll give you something / Yeah, it’s no diamond ring / The air that I’m breathing / Forever’s not enough).
Nos encontramos ante una vuelta por todo lo alto. En Mayhem se deduce un gran esfuerzo por parte de la artista por dejar de lado lo que se espera de ella, expandir su particular sonido, y crear algo con lo que estar satisfecha. Con influencias que van desde Yazoo, a Eurythmics, pasando por New Order, Roxette o Nine Inch Nails, hay algo de concesión a la nostalgia de una carrera de más de 20 años con momentos de todo tipo. El álbum es una especie de funk de 2025 para bailar, sin olvidar las cosas que nos hacen daño, pero sin que éstas nos dejen sin poder disfrutar de la vida. En las canciones existe tremendo olfato para conectar con la cultura popular a través de letras y música proyectadas por una de las mejores vocalistas de nuestra época.
En Mayhem hay historias, hay mitomanía, hay género fantástico y sonidos potentes, y otros tantos elementos que lo convierten en unos de los mejores discos del año. Pero sobre todo hay entusiasmo a la hora de crear. Y lo ha contagiado como hacía años a sus fans, a un público que ha vuelto a asomar las garras. Hace dos décadas que la artista apareció en el panorama musical con un principal cometido: hacernos bailar (en) la oscuridad. Y ante un mundo que se cae a pedazos, nos propone mirar a los monstruos desde su óptica desafiante y con su performance ritualista, para potenciar la esperanza y la resiliencia. Si la música pop no es una experiencia vital a reivindicar en tiempos de pesimismo, poco nos queda. Y Mayhem es una casi perfecta que no sabíamos que necesitábamos tanto.
Escucha Mayhem en su totalidad a continuación.
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