Justin Bieber
SWAG

La historia de Justin Bieber es una de esas narrativas que mezcla la meteórica ascensión al estrellato con los costosos pagos personales que ello implica: el típico juguete roto, que en la década de 2010 emanaba colonia barata, masculinidad tradicional, y una moda textil muy cuestionable para un baby de la industria norteamericana. Desde sus primeros éxitos en esa época hasta convertirse en un ícono pop global, Bieber ha transitado un camino plagado de aciertos artísticos, escándalos, y, más recientemente, un proceso de sanación pública. SWAG, su séptimo álbum de estudio lanzado en 2025 sin previo aviso, no es solo una continuación de esa travesía, sino un reinicio creativo que reafirma a un artista maduro dispuesto a mostrar sus fisuras sin máscaras. Y sobre todo es el firme manifiesto de una verdad pocas veces contada sobre este artista: es uno de los mejores vocalistas de nuestro tiempo.
All I Can Take abre el disco ya poniendo de manifiesto la aventura sonora en la que se embarca Bieber con este inesperado álbum, que recoge el testigo de Justice (2021) y Purpose (2015), impecables en términos de producción. Unos acordes ochenteros y una percusión muy acertada abren la primera confesión del artista: These symptoms of my sensitivity (Uh-uh) / Feels personal when no one’s listening (No one’s listening) / There’s things that I can’t change, Lord knows I’ve tried / Ooh, baby, we can leave it all behind. Y es que SWAG es un estado de ánimo, parece ser el de una persona intentando lidiar con una vida que no está siendo fácil, y tanto en su sonido extendido a lo largo del disco como en momentos precisos se traslada la idea de que intenta agarrarse a las cosas que le llevan a su propio universo, a modo de refugio.
Daisies es la canción que está funcionando a modo de single, y es de los hitos del disco que conquista instantáneamente. Recupera ese estilo acústico que aparece a lo largo de la carrera del artista donde su voz se pone al frente, y planta su profundo sentir. Y aquí, a pesar de todos los rumores que rodean a su vida persona y más concretamente a su relación con Hailey Bieber, Justin se cubre de gloria presentando una de las canciones de amor más bonitas, y sencillas, de lo que llevamos de año: Way you got me all in my head / Think I’d rather you in my bed / Whatever it is, you know I can take it I’m countin’ the days, how many days ‘til I can see you again?
La relevancia de este disco en el contexto de la cultura pop es mucho más importante de lo que podemos pensar de primeras. No sólo a nivel de sonido supone un paso más en esta nueva forma colaborativa de crear música que une a mega estrellas como Bieber y productores de lo experimental amados por la crítica: Dijon y Mk.gee principalmente, y Carter Lang, habitual colaborador de Justin Bieber desde sus comienzos y con quien el artista parece encontrar ese punto de intimidad para hablar de lo que es a su vez su tortura y su remedio: su carrera musical.
La paternidad, por ejemplo, emerge como un faro en este nuevo capítulo. Canciones como Dadz Love, que celebra el amor hacia su hijo Jack Blues Bieber, nacido en 2024, y refleja el deseo de Bieber por construir un espacio familiar estable y lleno de afecto, son momentos bonitos, pero duros: hasta el pop más caro puede contagiar la imagen de una persona que siente nuevas formas de estar en el mundo. Este giro hacia la responsabilidad personal marca un contraste potente con sus años turbulentos, y si bien Justin Bieber es un artista del nuevo rock católico de EE.UU. (Justice es un disco fabuloso, pero plegado de oraciones) y por momentos hay simpleza y conservadurismo en su forma de ver la vida, así que lo grande de SWAG es que es un disco de sentimientos. Aquí hay lágrimas, hay arrepentimiento, hay derrota, y queriendo o no, Bieber ha construido un álbum que atraviesa y, si no cuestiona, pone en relieve la problemática de la masculinidad tóxica. En Yukon, que es un r&b fantástico donde la producción llega en la dosis perfecta, Justin parece querer expresar cómo sería su vida sin su gran amor, y sin embargo acaba relatando competición, falocentrismo e incluso un poco incel: Just wanna be the one to give you what you want / I could put you in the Yves Saint Laurent / Ridin’ ‘round town with your hair down, uh (True).
Devotion es un soul fantásticamente construido en el que Justin tira de su fe para explicar su romanticismo: When your lips and fingernails are all mine / I promise to take my time givin’ you dеvotion. Incluso el cierre del disco, Forgiveness, es una especie de retorno silencioso a lo esencial; una meditación sobre sus errores y su fe. En temas como Therapy Session, la crudeza emocional no se disfraza, y las intervenciones del comediante Druski en sketches intercalados aportan un contrapunto que diluye la gravedad, con desacertados comentarios: Your skin white, but your soul black, Justin, I promise you, man.
Sin embargo, canciones como Walking Away, aunque enfatizan la complejidad del proceso de Bieber para lidiar con sus traumas, salud mental, fama y su propia reconstrucción personal, muestran la búsqueda de nuevas formas para una estabilidad cada vez más difícil de alcanzar: And, girl, we better stop before we say some shit / We’ve been testing our patience / I think we better off if we just take a breath And remember what grace is. La inclusión de sampleos con paparazzis en Standing on Business no solo evidencia su lucha contra la exposición mediática, sino que también simboliza un reclamo activo por la defensa de su intimidad y su rol como esposo y padre, y la llamada de atención sobre alguien que ha perdido el control de su vida.
Musicalmente, SWAG se arriesga en su forma, mezclando R&B, pop, soul y gospel con atmósferas minimalistas que se sienten orgánicas y cercanas. La producción, con tantos nombres como una obra de arquitectura hipermoderna que pretende instalarse en el centro de una ciudad rural, busca la autenticidad por encima del brillo, usando grabaciones que parecen demos en canciones como Zuma House, un espacio donde la voz y la guitarra crean una sensación nostálgica y cruda, lejos del pulido típico de la industria. La referencia constante a sonidos Motown y gospel, si bien no está tan arraigada como en algunos de sus discos anteriores, encuentra sus grietas para colarse entre el minimalismo guitarrero en canciones como Go Baby, o Too Long.
SWAG no solo revela un Justin Bieber más introspectivo y vulnerable, sino también un artista que intenta recuperar el control de su narrativa. Tras años de conflictos legales y disputas con su antiguo mánager, su independencia creativa se siente ahora total, y esa libertad se refleja en un disco que no teme mostrarse imperfecto, crudo y emocionalmente complejo. SWAG tiene más que ver con ese sonido que Post Malone ha creado para reflejar el testigo del nu metal que una vez encabezaron bandas como Linkin Park o Limp Bizkit, para transformarlo en algo nuevo donde, esta vez, el hip hop y el rock se mezclan a través de sus estructuras sonoras. Aquí lo mejor del rap está muy contenido, y aunque las intervenciones de Lil B en Dadz Love, o de SexxyRed en Sweet Spot son grandísimos momentos, esto produce que en SWAG el sonido sea la cama perfecta en la que Justin Bieber se sienta para contarnos cómo se siente. Es por ello por lo que el concepto residual de SWAG se queda más cerca de ese halo de hombres tristes de Drain Gang, que de popstars.
La palabra swag, con su connotación de flow natural e innato, aparece en mayúsculas y en portada monocroma familiar: Justin, Hailey y su hijo Jack. El álbum es extremadamente largo, en sintonía con la apertura emocional del artista que se entrega y relata, a veces con poco éxito por letras demasiado simples o por no quedar claro de qué nos está hablando. Se echa en falta algo de síntesis, y es un fastidio ver cómo el artista arruina grandes canciones donde hay una conexión importante con el oyente, con canciones de relleno sobre su complejo de inferioridad en el terreno sentimental. Pero hay un contexto emocional tan fuerte en la carrera de Justin Bieber que es imposible no apreciar el impacto cultural que puede tener un disco con momentos tan brillantes, confesiones y sensibilidad, resilencia, y sobre todo, el intento más visceral de cuidar la vida de un hombre que sufre por su sentir. El grito de auxilio de una de las voces más bonitas que nos ha dado el sueño americano que ante tanto barroquismo de fama, coches, dólares y chicas, es un testimonio inesperado de humanidad con un sonido paradójicamente retrofuturista.
Escucha SWAG en su totalidad a continuación.
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