Festival En Órbita 2017: Como una explosión en los sentidos

Si algo hay que reconocerle a la segunda edición del festival En Órbita es el hecho de que las emociones que generaron los distintos conciertos a lo largo de la jornada fueron profundas como cuchillos que cortan cualquier cosa. El evento está en pleno rodaje y búsqueda de identidad, pero la elección del cartel, por parte de su producción, fue un acierto por la multiplicidad de estilos y la calidad de los artistas; el punto negativo fue la venta de alcohol. La modalidad era la siguiente: pagar un piso mínimo de 20 mil pesos (sobre 30 dólares) para así acceder a cinco vasos de cualquier trago. Por ejemplo, nadie podía tomarse una cerveza sin pagar esa impositiva cantidad de dinero. Un despropósito que idealmente deberían replantearse.
Con el sol en la cara de los primeros veinte asistentes (siendo muy generoso), los australianos DZ Deathrays, que le prometieron a mor.bo que su próximo disco es ideal para tomar tequilas en un bar, armaron una procesión dance-punk con la guitarra de Shane Parsons, la batería de Simon Ridley y el bajo de un tercer músico de gira. Lo mejor del Bloodstreams y del Black Rat fue parte de un set aplaudido por muy pocos.
La hora no acompañó al dúo que en sus videos roza lo frenético (en The Mess Up el baterista toma hasta vomitar y Gina Works At Hearts es una peluquería sangrienta). De todas maneras, quedó la sensación de que tienen las armas para armar una fiesta o un lío cuando hay audiencia. Triste, pero nadie se levantó a verlos. Y valía la pena hacerlo.

DZ Deathray @ Festival En Órbita 2017. Fotografía: Lukas Cruzat/mor.bo

DZ Deathray @ Festival En Órbita 2017. Fotografía: Lukas Cruzat/mor.bo
Luego de que los de Brisbane inauguraran el escenario Sputnik, el turno fue para Holy Wave. Y si para los primeros hubo veinte personas, para los segundos eran cincuenta. Injusto, una vez más. En todo caso, a los de El Paso poco les importó. Habibi abrió un abanico de psicodelia y armonía que se intensificó con Western Playland; Buddhist Pete fue el broche de oro: acá convivieron todos los instrumentos bajo la pauta de un teclado que emulaba la formación de una pista infinita mientras la intensidad iba subiendo y bajando hasta que se agotó el tiempo.

Holy Wave @ Festival En Órbita 2017. Fotografía: Lukas Cruzat/mor.bo

Holy Wave @ Festival En Órbita 2017. Fotografía: Lukas Cruzat/mor.bo

Holy Wave @ Festival En Órbita 2017. Fotografía: Lukas Cruzat/mor.bo

Holy Wave @ Festival En Órbita 2017. Fotografía: Lukas Cruzat/mor.bo
El ícono Damo Suzuki, mundialmente conocido por su participación en Can, banda alemana que logró gran éxito en los años setenta, presentó un show de una hora que se puede definir, sin lugar a dudas, como un trance. Parecía que algunos cortes no tenían un idioma determinado (recurso que ha estado presente en su carrera) y fue uno de los pocos que el público pidió de regreso. Por fin se armaba un aforo respetable.

Damo Suzuki @ Festival En Órbita 2017. Fotografía: Lukas Cruzat/mor.bo

Damo Suzuki @ Festival En Órbita 2017. Fotografía: Lukas Cruzat/mor.bo
Y les cumplió su petición mientras los sonidos orgánicos de The Kite String Tangle marcaban presencia en el Voyager Stage. Danny Harley, acompañado de un baterista, armó un escenario lleno de percusiones, tanto naturales como electrónicas, y desplegó lo mejor de su corta trayectoria en un live set que duró treinta minutos. El autor de Arcadia hizo mover al centenar que se acercó hasta la puerta del Planetario de la Usach. Pese al corto tiempo, Harley dejó huella por su sutil voz y por sonidos que se ajustaban a la consigna del evento: lo galáctico por encima de lo superficial. Ratificó lo que le había confirmado a mor.bo detrás de los escenarios minutos antes: arma un storytelling en vivo. Uno lleno de sensibilidades y experiencias.

The Kite String Tangle @ Festival En Órbita 2017. Fotografía: Lukas Cruzat/mor.bo
Les Deuxluxes fue el primer número internacional del escenario Skylab by Volkom. Desde Montreal, Canadá, Anna Frances Meyer junto a su guitarra plasmó su carisma (y su impecable registro vocal), y Etienne Barry deslumbró haciendo sonar piezas de una batería con uno de sus pies mientras tocaba la otra guitarra. Eran dos y parecían, al menos, tres. Tremendo. Rock & roll es su estilo y le hacen honor. La energía se quedó allá en Estación Central y corrió por cuenta de los que presentaban y de los que disfrutaban. Saltos, gritos, aplausos. El primer gran éxito del día.

Les Deuxluxes @ Festival En Órbita 2017. Fotografía: Lukas Cruzat/mor.bo

Les Deuxluxes @ Festival En Órbita 2017. Fotografía: Lukas Cruzat/mor.bo
Lo que caracterizó a la propuesta en vivo de Night Beats fue el trabajo en equipo, con el bajo, la guitarra y la batería sonando sin pausas. Lee Blackwell, como se hace llamar el frontman Danny Rajan, lidera a un trío que distorsiona los micrófonos — y así se suma al circuito de música psicodélica — y acompaña esa fórmula con un garage rock lleno de potencia. Y los outros se extendían de modo que los sentidos se conectaran con esas secuencias de instrumentos que luchaban entre ellos y se imponían — cada uno — en momentos bien planificados.

Night Beats @ Festival En Órbita 2017. Fotografía: Lukas Cruzat/mor.bo

Night Beats @ Festival En Órbita 2017. Fotografía: Lukas Cruzat/mor.bo
Quedamos con ganas de más Parquet Courts. Su breve aparición se resume en Andrew Savage, de una voz ronca que recuerda el punk clásico; Austin Browns, la voz indie que pone la consistencia; Sean Yeaton en el bajo y Max Savage en la batería, quienes no saben mantenerse quietos con un set que roza el descontrol en Master of My Craft y la paz en One Man No City, su despedida. Refrescante hora para mover la cabeza al ritmo de quienes viajaron desde Nueva York.

Parquet Courts @ Festival En Órbita 2017. Fotografía: Lukas Cruzat/mor.bo

Parquet Courts @ Festival En Órbita 2017. Fotografía: Lukas Cruzat/mor.bo

Parquet Courts @ Festival En Órbita 2017. Fotografía: Lukas Cruzat/mor.bo
Juana Molina fue la reina del En Órbita. No por nada le llovían los elogios. “Diosa” fue el más repetido. Deslumbró con su hipnótica voz al mismo tiempo que sonidos ambient y experimentales retumbaban por la Alameda. Con su cautivante presencia, se sucedieron como verdaderas estrellas fugaces Eras, Paraguaya y Ay, No Se Ofendan, que debió interpretar sin su guitarra, presa de los problemas técnicos que debió enfrentar justo antes de cerrar su exitosa visita. Como el Sputnik Stage daba a la calle, varios que no pagaron pudieron verlo todo desde afuera. Es que nadie se quería perder ese show minimalista único en su especie.

Juana Molina @ Festival En Órbita 2017. Fotografía: Lukas Cruzat/mor.bo

Juana Molina @ Festival En Órbita 2017. Fotografía: Lukas Cruzat/mor.bo

Juana Molina @ Festival En Órbita 2017. Fotografía: Lukas Cruzat/mor.bo
Muchos asistentes llegaron especialmente para el cierre, que en el papel consignaba a dos imperdibles, Lee Ranaldo y Cigarettes After Sex. Por razones económicas, el ex Sonic Youth aterrizó en solitario. A la hora de ejecutar, fue rotando sus guitarras y repasando el Electric Trim, su última producción. Moroccan Mountains fue la elegida para abrir (es la misma que inaugura el disco) y Mote, original de la banda de su vida, para cerrar. Todos la corearon. Antes, en el repaso de su vida como solista, se impuso el respeto y la intimidad ante uno que no iba a fallar frente a las cuerdas y al micrófono. Lo acompañaron visuales de caminos y figuras.

Lee Ranaldo @ Festival En Órbita 2017. Fotografía: Lukas Cruzat/mor.bo
Cerró Cigarettes After Sex, desde El Paso, Texas, tal como Holy Wave, pero con un sello dream pop que también reactiva el shoegaze. El escenario estaba lleno por primera y última vez. Los liderados por Greg González, como era de esperarse, fueron quienes más devoción generaron con su pequeña selección de hits: K., Affection, Nothing’s Gonna Hurt You Baby, Dreaming of You. Incluso Apocalypse, de su recientemente lanzado disco homónimo. Todo muy petrificante. O, en otras palabras, cantos dedicados al amor, al desamor, a la desesperanza, al rendirse ante alguien que amas, a los desvelos con ese alguien o a luchar por él/ella. González tocó las fibras más sensibles de todos quienes luego caminaron, atropellados por esa explosión sensitiva que fue En Órbita, en busca de su siguiente destino.

Cigarettes After Sex @ Festival En Órbita 2017. Fotografía: Lukas Cruzat/mor.bo

Cigarettes After Sex @ Festival En Órbita 2017. Fotografía: Lukas Cruzat/mor.bo
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