Mac DeMarco
Guitar

El canadiense Mac DeMarco ha construido, ladrillo a ladrillo, una de las carreras más singulares e inclasificables del indie contemporáneo. Desde sus inicios con un sonido lo-fi y una actitud de broma perpetua, pasando por el éxito inesperado de álbumes como Salad Days (2014) o This Old Dog (2017), hasta sus recientes y más introspectivas incursiones instrumentales, Mac siempre ha hecho lo que le ha venido en gana. Su imagen de chico relajado, casi caricaturesca, escondía a un compositor meticuloso, alguien que encuentra la belleza en lo sencillo. Después de soltar el monumental y experimental One Wayne G (2023) y el viaje sonoro que fue Five Easy Hot Dogs (2023) ahora llega Guitar. Y el título no podría ser más literal.
La verdad es que este disco suena exactamente a lo que promete: una docena de canciones escritas y grabadas en su casa de Los Ángeles con poco más que una guitarra, un bajo y una batería sobria. Es íntimo, discreto, casi susurrado. Desde el primer instante de Shining, uno se da cuenta de que Mac decidió desnudar su alma por completo. Su voz, más aguda y quebradiza que nunca, flota sobre unos acordes desnudos que recuerdan a esas madrugadas de insomnio en las que todo parece más frágil. En el álbum se siente una melancolía cálida y una tristeza que no duele, sino que abraza.
Sin embargo (y es aquí donde la cosa se pone interesante) esa misma simplicidad es a la vez su mayor virtud y su trampa. Canciones como Sweeter o Phantom son tan minimalistas y están tan pegadas entre sí en tempo y estructura que a veces cuesta distinguirlas. Es como si Mac hubiera encontrado un rincón sonoro tan cómodo que se quedó a vivir ahí sin querer explorar un poco más allá. La monotonía asoma la cabeza tras unos minutos, y uno empieza a desear un cambio de ritmo, un puente inesperado, algo que rompa la cadencia. Es agradable, sí, pero a veces demasiado seguro, y dependiendo del oyente, somnífero.
Lo bueno es que justo cuando crees que todo va a seguir igual, Guitar ofrece destellos de una claridad emocional impresionante. Home, el sencillo principal, es uno de ellos. Ahí Mac reflexiona sobre los amigos perdidos, los caminos que se separan y el precio de crecer. Suena a despedida, a carta escrita sin intención de enviar. Y duele, porque todos hemos estado ahí: I never called, let our friendship dissolve / Now my welcome’s worn out, and your hate for me’s grown / To the point, when I try to amend all the lies / All those memories return, that I’d sooner let go (Nunca llamé, dejé que nuestra amistad se disolviera / Ahora mi bienvenida está gastada, y tu odio hacia mí ha crecido / Hasta el punto, cuando intento enmendar todas las mentiras / Vuelven todos esos recuerdos, que preferiría dejar ir), Lo mismo ocurre con Holy, un tema con un groove seductor y un toque de psicodelia setentera que se cuela en la cabeza y se instala allí, como una papeleta de LSD. Son momentos que demuestran que, cuando quiere, Mac todavía puede escribir canciones que te atraviesan el corazón.
Además, no se puede negar la honestidad brutal que impregna cada nota. Este álbum suena a diario personal, a confesión grabada a las tres de la mañana. En temas como Terror, donde medita sobre el miedo a la muerte, o en el cierre alucinado de Rooster, Mac no pretende impresionar a nadie. Solo está contando, con una sinceridad casi incómoda, dónde está parado en este momento de su vida. No hay postureo, no hay filtro: Closer, closer / The end is looking so much closer / Darling, don’t feel scared / It’s just a feeling you’ll get used to (Más cerca, más cerca / El final se ve mucho más cerca / Cariño, no te asustes / Es sólo una sensación a la que te acostumbrarás). Es lo que es, y este álbum lo demuestra. ¿Para qué pretender con producción innecesaria cuando todo lo que quieres decir se sintetiza en una guitarra?
Claro, uno no puede evitar pensar que Guitar tal vez hubiera funcionado mejor como un EP más concentrado. Con sus cuatro o cinco mejores cortes, habría sido un proyectil emocional contundente. En su formato actual, a veces se siente como escuchar variaciones de una misma idea, un mismo estado de ánimo prolongado hasta el agotamiento. Pero incluso en su monotonía, hay algo conmovedor en su terquedad, en su negativa a ser otra cosa que lo que es: un hombre con una guitarra y cosas sencillas pero hermosas que decir.Guitar, con su premisa sencilla, está hecho para una tarde de domingo lluviosa: tranquila, un poco gris, con momentos de una belleza quieta y repentina. No es el disco que revolucionará la discografía de Mac DeMarco, ni el que convertirá a escépticos en fans. Pero es una pieza honesta, un retrato en tiempo real de un artista que ya no tiene que demostrar nada, solo ser las partes más sinceras y puras de sí mismo. Y a veces, eso es justo lo que necesitamos escuchar.
Escucha Guitar en su totalidad a continuación.
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