Laufey
"A Matter of Time"

Desde hace décadas, Islandia ha sido un territorio fértil para artistas que desdibujan fronteras y reinventan la manera en que escuchamos la música: Björk con su espíritu vanguardista, Sigur Rós con sus paisajes sonoros irrepetibles, Hildur Guðnadóttir con la intensidad de sus composiciones cinematográficas. En esa misma constelación aparece Laufey, quien ha tomado el jazz y el pop orquestal para darles una frescura inesperada, acercándose a una generación que quizá nunca los había sentido tan propios. Con una voz que parece haber viajado directamente desde los estudios de grabación de los años cincuenta, Laufey Lín Jónsdóttir, con raíces chinas, educada en Berklee y criada entre partituras y estándares musicales, irrumpió en la escena durante la pandemia con una propuesta tan nostálgica como fresca. Sus dos primeros trabajos, Everything I Know About Love (2022) y Bewitched (2023, ganador de un Grammy), establecieron un sonido propio donde lo vintage y lo contemporáneo dialogan con naturalidad. Pero con A Matter of Time, su tercer álbum recién estrenado, no solo consolida su identidad, sino que da un paso audaz hacia territorios inexplorados, guiada por la producción de Spencer Stewart y Aaron Dessner.
La verdad es que este disco suena distinto desde el primer instante. Clockwork abre con el tictac de un reloj antiguo, como si nos invitara a un viaje donde el tiempo es tanto tema como obsesión. Los arreglos de cuerdas son exuberantes, casi cinematográficos, y la voz de Laufey flota sobre ellos con una facilidad que enamora. Pero hay algo más aquí, una conciencia de que el reloj no solo marca horas, sino también cambios. Y Laufey está dispuesta a jugar con eso. La canción es engañosamente alegre, como un vals soñado en blanco y negro, pero en sus versos se cuela esa ansiedad moderna por el destino, por el amor que llega sin avisar y duele cuando se va: My head’s a wild place, I’ve considered every way / Words I’ll forget, deeply regret, I’ll run away / And nothing brings me fear like meeting with my destiny / But good God, I think he fell in love / Tick, tock, and I fell in love too / Like clockwork, I fell in love with you (Mi cabeza es un lugar salvaje, he considerado todos los caminos / Palabras que olvidaré, profundamente arrepentida, huiré / Y nada me trae miedo como encontrarme con mi destino / Pero buen Dios, creo que se enamoró / Tick, tock, y yo también me enamoré / Como un reloj, me enamoré de ti).
En canciones como Lover Girl, escrita en Tokio durante su gira pero grabada en Los Ángeles, Laufey abraza el bossa nova con una actitud juguetona y un ritmo quebrado. Es imposible no sonreír al escucharla, con esa cadencia que recuerda a Astrud Gilberto pero con letras que hablan de fiebres repentinas y enamoramientos desenfrenados. Sin embargo, es en Snow White donde el álbum revela su corazón más vulnerable. Aquí, la instrumentación se reduce a una guitarra sobria y su voz, casi desnuda, está llena de una rabia contenida. La canción es un golpe directo al estómago, una reflexión cruda sobre los estándares de belleza y la autoexigencia: I don’t think I’m pretty, it’s not up for debate (No creo que sea guapa, eso no se discute), y uno siente que está escuchando algo íntimo, real, lejos de cualquier idealización.
No todo es introspección, claro está. Laufey también se permite experimentar con géneros con los que hasta ahora solo flirteaba. Clean Air es su incursión en el country, un tema que homenajea a Dolly Parton y Emmylou Harris con una guitarra llena de twang y armonías vocales que suenan a camino polvoriento y segundas oportunidades. Funciona sorprendentemente bien, como si siempre hubiera estado ahí, esperando su momento. Y luego está Tough Luck, una canción pop directa y contagiosa, con un coro que se queda grabado desde la primera escucha: Tough luck, my boy, your time is up / I’ll break it first, I’ve had enough (Mala suerte, muchacho, se te acabó el tiempo / Yo lo romperé primero, ya he tenido suficiente). Dessner deja su huella en estos cortes, aportando una paleta de producción más amplia y arriesgada, sin perder la esencia de lo que hace especial a Laufey.
Pero quizás lo más emocionante del disco es cómo la artista logra equilibrar lo nuevo con lo familiar. Tracks como Silver Lining son pura magia laufeyana: guitarras delicadas, cuerdas que se elevan, una melodía que acaricia el oído. Su voz navega entre registros con una precisión técnica admirable, pero es la calidez que le imprime lo que convierte la canción en algo memorable. Y en el otro extremo, Cuckoo Ballet – Interlude es una pieza orquestal de tres minutos que demuestra su formación clásica y su audacia para integrarlas en un proyecto casi pop. Es cine sin imágenes, drama puro y exquisito.
Líricamente, A Matter of Time es su trabajo más personal. Habla de momentos en los que le han roto el corazón, sí, pero también de amistades, conflictos internos y esa sensación de crecer en público. En Mr. Eclectic, con una ironía afilada, se burla de los hombres pretenciosos que intentan impresionarla citando compositores muertos, mientras que en Forget-Me-Not, canta en islandés acompañada por la Iceland Symphony Orchestra, y su nostalgia por casa se vuelve tangible. Hasta en la disonancia controlada de Sabotage, con sus cellos brillantes y un final abrupto, hay una voluntad de mostrar las grietas, de dejar claro que la perfección es solo una ilusión.Lo que más atrae de A Matter of Time es que Laufey hace una declaración de madurez artística y emocional: Ya no es solo esa chica que canta sobre amores no correspondidos con elegancia retro, sino una compositora consciente de su poder e influencia. Este álbum suena a confesión nocturna, a conversación entre copas, a viaje en coche bajo la lluvia. Mantiene la magia de sus anteriores trabajos, pero le añade sombras, matices, verdades incómodas. Y lo hace con una prosa musical tan hermosa como inteligente, como si nos susurrara que el tiempo, al fin y al cabo, es solo el escenario donde ocurren las cosas importantes. Donde crecemos, donde nos rompemos, y donde, tarde o temprano, encontramos nuestra voz.
Escucha A Matter of Time en su totalidad a continuación.
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