Hace años, ver parejas con grandes diferencias de edad era algo a lo que no le prestábamos mucha atención, pero ahora, las relaciones con age gap han estado en el centro del debate en redes sociales, especialmente entre los más jóvenes. Ejemplos de parejas famosas como Beyoncé y Jay-Z (12 años de diferencia), Aaron Taylor-Johnson y Sam Taylor-Johnson (23 años de diferencia), o Anthony Kiedis y Helena Vestergaard (30 años de diferencia) suelen generar controversia y comentarios críticos, sobre todo cuando la brecha supera la decena de años. En plataformas como X y TikTok, los usuarios no dudan en señalar estas relaciones como problemáticas, usando términos como red flag, “abuso de poder”, o incluso grooming para referirse a ellas.

La percepción de estas relaciones ha cambiado notablemente en las nuevas generaciones. Voces jóvenes señalan que cuando un hombre es significativamente mayor que su pareja, existe el riesgo de que se reproduzcan dinámicas de poder desiguales. ¿El argumento? El mayor poder adquisitivo y la experiencia de vida del hombre pueden influir en la relación, generando posibles situaciones de manipulación o dependencia. Para muchos, la alarma social suele activarse cuando la diferencia de edad supera los 10 años, especialmente si coincide con diferencias económicas o de estatus.

Esta percepción social también tiene respaldo en investigaciones académicas. Según un estudio de 2010 de Taylor & Francis Group, en los países occidentales alrededor del 8% de las parejas hombre-mujer tienen una diferencia de edad de 10 años o más, cifra que se eleva al 25% en parejas hombre-hombre y al 15% en parejas mujer-mujer. Además, otro análisis en Psychology of Women Quarterly indica que las mujeres jóvenes en relaciones con hombres mucho mayores tienden a experimentar menos satisfacción y mayor desaprobación social.

La crítica hacia estas relaciones no es necesariamente por la diferencia de edad en sí, sino por cómo puede intensificar desigualdades ya existentes, especialmente en contextos patriarcales. Psicólogos y expertos citados en un artículo del tema en El Diario, por ejemplo, subrayan que la asimetría en experiencia vital y poder económico puede llevar a relaciones menos equitativas. Sin embargo, también se reconoce que cada caso es particular y que existen parejas con diferencia de edad que funcionan de manera saludable y satisfactoria para ambas partes.

Sin duda, las redes sociales han amplificado la idea de la red flag, con tendencias en TikTok que ironizan sobre la diferencia de edad mostrando, por ejemplo, cómo uno de los miembros de la pareja ya era adulto mientras el otro apenas era un niño, aunque ambos se hayan conocido como adultos. Si bien es bueno que el auge del feminismo y la conciencia sobre estas situaciones han hecho que muchos jóvenes cuestionen modelos de pareja que antes se consideraban normales o incluso aspiracionales y siempre hay que estar atento a las dinámicas de poder y la búsqueda de relaciones más igualitarias, tampoco hay que asumir que todas estas parejas son el resultado de una situación dañina.

Por ello, a pesar de la polémica, no todas las relaciones con diferencia de edad están condenadas al fracaso ni son necesariamente tóxicas. La clave, según los expertos, está en la calidad de la relación, la autonomía de cada persona y la ausencia de desigualdades estructurales. Muchos dicen que el amor no tiene edad, pero hay que estar atentos y ver más allá del mito romántico y prestar atención a las dinámicas de poder que pueden estar presentes en cualquier relación.

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