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Film / TV

“Baby Driver”: La lección de Edgar Wright a Hollywood en medio de interminables revivals

Fotografía: Sony Pictures
Words mor.bo Reading 4 minutos

En una cartelera de cine plagadas por secuelas, precuelas, remakes, revivals y franquicias de superhéroes que se reproducen como un virus, ver una película original como Baby Driver al tope de las más taquilleras en un fin de semana de verano es casi un milagro. Uno que se tardó 20 años en hacerse realidad desde el día en que su escritor y director, el británico Edgar Wright, concibió la idea. Pero valió la pena la espera, pues el filme acerca de un conductor de escape de un grupo de criminales acumuló USD$30 millones entre el jueves y el domingo.

Wright es un inglés un poco nerd, conocido por dirigir la serie de culto Spaced con Simon Pegg y Jessica Hynes (un hito de la generación slacker), así como las películas de la trilogía del Cornetto: Shaun of the Dead, Hot Fuzz y The World’s End, sin hablar de su adaptación del cómic Scott Pilgrim vs. The World. Casi estuvo a punto de dirigir el Ant-Man de Marvel, pero luego de algunas diferencias creativas, se retiró del proyecto. Baby Driver es técnicamente su primer film en cuatro años.

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Antes de eso, hizo videos musicales ad infinitum, pero uno en particular se quedó grabado en su mente: el que hizo para Blue Song de la banda Mint Royale, y cuya idea sirvió para inspirar la secuencia de apertura de la película. Es casi una copia a carbón, en donde el actor Noel Fielding es sustituido por Ansel Egort y un soundtrack de 35 canciones perfectas.

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De la playlist a a la pantalla

El fin de semana pasado, Wright le explicaba a una multitudinaria audiencia en Los Ángeles que todo había empezado la primera vez que escuchó el tema Bell Bottoms de John Spencer Blues Explosion. Al oírla, comenzó a visualizar una persecución de autos, y no recuerda bien si se estaba imaginando una historia o una toma o qué, pero lo cierto es que nunca puso sacarse la idea de la cabeza. Incluso viajó de Nueva York a Los Angeles y de Los Ángeles a Vancouver en auto para conocer de cerca el paisaje norteamericano y ganarse unas cuantas millas de experiencia.

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Todo el camino se la pasó escuchando música: así que si hay alguien experto en un playlist para manejar, ese es Edgar Wright. Este trailer, esta edición y esta canción son sólo una muestra de lo que es la cinta:

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¿Nada mal para un ex director de video clips, no?

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El éxito de la originalidad

En una era en la que hasta el mismísimo David Lynch quiere dejar de hacer cine porque cualquier cosa que hiciera daría pérdidas a los ejecutivos de estudio que hoy en día favorecen secuelas ad infinitum de presupuestos millonarios, Edgar Wright logró hacer Baby Driver, un guión completamente original, con tan sólo USD$36 millones, y filmada completamente en 35mm cuando la tendencia es filmar 100% digital, 3D, IMAX y hasta con efectos de olor y movimiento en las salas de cine. No hay trucos: tan sólo una buena historia complementada con un elenco carismático, y un soundtrack para escuchar en el auto.

Edgar Wright

Fotografía: Nick Kozak/Toronto Star.

¿El resultado? Reseñas 98% frescas en el website Rotten Tomatoes, fans felices y una proyección de taquilla de más de USD$100 millones, sin contar el mercado internacional. Incluso, ya hay gente que dicen que la película tiene in Oscar seguro el próximo año. Es un éxito atípico en una industria cinematográfica norteamericana que tiende a ofrecer sus peores productos durante casi todo el año (a excepción de la temporada de premios, claro está) esperando que la gente los consuma sin chistar.

Inspirado en juegos como Grand Theft Auto, video clips de los 90, canciones de los 70, Edgar Wright consiguió un hit del que apenas estamos viendo la punta del iceberg. En Hollywood están los mejores expertos en persecuciones con autos, coreografía de acción y cinematografía, pero todos estaban siendo malgastados en la vigésima novena secuela de Transformers o cualquier monstruosidad dirigida por Michael Bay.

Quizás llegó el momento de que la meca del cine occidental se dé cuenta de una vez por todas de que el público se cansó de ver lo mismo, y que de vez en cuando, una película inteligente y divertida es el secreto del éxito en la taquilla.

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